HISTORIA DE BOLIVIA (ÉPOCA REPUBLICANA)
SIGLO XIX (1825-1899)
Para empezar, Bolivia nacía a la vida independiente el 6 de agosto
de 1825 en el congreso que se llevó a cabo en Chuquisaca, fúndanla
república de Bolivia en homenaje al libertador, cuyo nombre fue
propuesto por el presbítero Manuel Martín Cruz, la cual fue cambiada el 3
de octubre del mismo año por República de Bolivia. La salida del
Mariscal Sucre de Bolivia y la presión del Gral. Agustín Gamarra que
tras invadir el país pretendía la anexión de Bolivia al Perú, abrió un
tiempo complejo y altamente inestable en el país en el periodo abril de
1828- mayo de 1829. Los interinatos del Gral. José María Pérez de
Urdininea y el Gral. José Miguel de Velasco, dieron lugar a la reunión
de una asamblea general en diciembre de 1828 que dejó sin efecto la
primera elección del Mcal. Andrés de Santa Cruz (agosto de 1828) y
eligió Presidente al Gral. Pedro Blanco, cuya tendencia era aceptar las
presiones de Gamarra y la influencia decisiva del Perú en el destino de
la joven nación. El asesinato de Blanco apenas cinco días después de su
posesión cambió dramáticamente el rumbo de las cosas. La asamblea
reconoció la elección original de Santa Cruz y entregó el mando al Gral.
Velasco que había sido elegido su vicepresidente. Santa Cruz llegó a
Bolivia en mayo de 1829 y el 24 de ese mes fue posesionado como
Presidente constitucional de Bolivia.
Con esta decisión, la tensión entre Gamarra y Santa Cruz, que
reflejaba la posición anexionista del Perú (Gamarra) y la
integracionista de Bolivia (Santa Cruz) se resolvería por el segundo
camino.
Andrés de Santa Cruz
Santa Cruz fue el verdadero constructor de la nación. Hasta su
llegada al mando el país estaba sumido en el desorden, el déficit fiscal
crónico, un ejército incipiente y desorganizado y una absoluta carencia
de base institucional y legal. El único punto de referencia era la
Constitución bolivariana proclamada en 1826. Los dos objetivos
fundamentales del Mariscal de Zepita fueron la consolidación y
fortalecimiento del país y hacer posible la confederación entre Bolivia y
Perú.
Entre 1829 y 1835, Santa Cruz emprendió una tarea verdaderamente
titánica. En su gobierno se dictaron dos constituciones, la de 1831 y la
de 1834 que sustituyeron la concebida por el Libertador. La tarea de
redacción de códigos inspirados en los códigos napoleónicos, colocó a
Bolivia a la vanguardia de las naciones sudamericanas al ser el primer
país del continente en contar con códigos civil, penal, de
procedimientos, mercantil y de minería. En 1831 creó el departamento de
Tarija que había decidido voluntariamente integrarse a Bolivia
rechazando la opción de formar parte de la Argentina.
Su obra económica partió de la idea de ordenar el manejo del erario
público votando los presupuestos en el congreso y manejando el tesoro
con gran escrupulosidad. El ministro José María de Lara se ocupó de ese
trabajo. Esa sola medida superó los graves déficits fiscales anteriores.
Su política económica fue inicialmente proteccionista en un intento de
impulsar la industria (particularmente textil), pero progresivamente fue
abriendo fronteras en la medida en que la producción local no era
competitiva. Fomentó la producción minera y en particular la de oro.
Creó el primer banco del país, el Banco de Circulación y varios de
rescate de minerales. Consciente de la importancia que tenía para el
país una vinculación con el mar, declaró al puerto La Mar (Cobija), como
puerto franco con un arancel único y lo visitó personalmente.
Regularizó la propiedad de la tierra en el agro declarando propietarios a
los caciques que demostraran posesión de por lo menos diez años de sus
tierras. La creación de la moneda feble (acuñación de moneda con menor
ley del metal de plata) fue a la larga contraproducente, pues terminó
desvalorizando la moneda boliviana, generando un valor artificial e
inflacionario al circulante. En sus nueve años y medio de gobierno
promovió dos censos, el de 1831 y el de 1835. La población bordeaba el
millón de habitantes.
En la educación superior creó la primera universidad en tiempo de la
República, la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (1831) y luego
la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba (1832).
Su imponente personalidad y la tarea de organizador le ganó el
respeto de naciones europeas con las que abrió relaciones como
Inglaterra y Francia o americanas como Estados Unidos.
Si bien el ejército boliviano nació al regularizarse las fuerzas
revolucionarias que nos dieron la independencia, el verdadero
ordenamiento militar se dio a partir de 1829 con un reglamento estricto,
la contratación de oficiales extranjeros como Otto Felipe Braun y
otros. En pocos años su modernización y pertrechamiento lo convirtió en
una de las fuerzas militares más poderosas de Sudamérica.
La Confederación Perú-Boliviana
En 1835 Bolivia era una nación respetada en el continente,
organizada y respaldada por leyes modernas, con una economía estable y
poder militar significativo. En esas circunstancias Santa Cruz hizo
realidad el sueño de su vida. El Mariscal de Zepita fue el único
gobernante sudamericano que logró aplicar un proyecto integracionista.
Se basaba en un pasado común, raíces históricas y culturales que se
remontaban al periodo prehispánico, pre-inca e inca (el origen mítico
del imperio en el Titicaca) y casi 250 años de historia colonial bajo el
Virreinato del Perú. Los elementos comunes entre ambas naciones
justificaban sobradamente la idea crucista.
Ante el caos reinante en un Perú dividido, su Presidente José
Orbegoso casi inerme pidió apoyo a Santa Cruz. Las tropas bolivianas
cruzaron el desaguadero en 1835. Los triunfos militares de Yanacocha
frente a Gamarra y Socabaya frente a Santiago Salaverry consolidaron su
poder en el sur, lo que le permitía encarar su gran proyecto. Para
equilibrar el peso específico de los países confederados dividió al Perú
en dos, norte con capital en Huaura y sur con capital en Sicuani.
Bolivia mantenía su integridad. Reunió tres congresos, uno en Huaura,
otro en Sicuani y otro en Tapacarí (Bolivia) que aprobaron la creación
del nuevo estado confederado y nombraron a Santa Cruz su Supremo
Protector. El 28 de octubre de 1836 se ratificó el pacto de la
Confederación Perú-Boliviana.
Muy pronto surgieron las presiones externas, el dictador Rosas de la
Argentina intentó intervenir en Bolivia pero sus fuerzas fueron
derrotadas brillantemente por Braun en las batallas de Iruya y
Montenegro. Pero el peligro más grande venía de Chile. Diego Portales,
ministro del Presidente Fernando Errázuriz, planteó la tesis de que la
única posibilidad de supervivencia de Chile en el futuro era la
destrucción de la Confederación que era en todo superior a su patria. En
1837 Chile declaró la guerra y envió al Gral. Manuel Blanco Encalada
que desembarcó en Ilo y atacó Arequipa. Santa Cruz lo rodeó y lo
paralizó totalmente. Ingenuamente, el Protector le perdonó la vida y le
permitió volver a Chile con un mensaje de paz que el congreso chileno no
consideró. En 1839 el Gral. Manuel Bulnes desembarcó en el norte de
Lima y derrotó a Santa Cruz en la batalla de Yungay. La oposición
peruana y boliviana aprovecharon la oportunidad para hundir la
Confederación y derrocar a Santa Cruz que no pudo volver a Bolivia ante
el golpe de estado protagonizado por Velasco, que en el colmo de su
anticrucismo envió una carta de felicitación a Bulnes a nombre del nuevo
gobierno boliviano.
La consolidación de la independencia. Ingavi
Entre 1839 y 1841 Bolivia se sumió en el desorden y en el peligroso
trance de su desaparición como estado soberano. Velasco gobernó un país
en permanente conmoción. Al principio el gobierno de la “restauración”
dictó una nueva Constitución (1839) y oficializó a Sucre como capital de
la república. Enfrentó en su corto periodo el asedió del Gral. José
Ballivián con fuertes aspiraciones presidenciales y de los seguidores de
Santa Cruz que impulsaban la recuperación del mando arrebatado para
éste. Ballivián fue desterrado a Perú y aliado con Gamarra emprendió una
aventura en la que el peruano alimentaba de nuevo la idea de anexar
Bolivia al Perú. En junio de 1841 Velasco fue derrocado. Entre junio y
septiembre de ese año los precarios y breves gobiernos del Gral.
Sebastián Agreda y luego de Mariano Enrique Calvo (nominalmente el
primer Presidente civil de Bolivia) instalados en Cochabamba, ambos a
nombre del depuesto Santa Cruz, terminaron ante la imposibilidad del
Mariscal de volver a Bolivia. La fuerza militar de Ballivián tomó La Paz
y proclamó a su jefe. Pero Gamarra una vez en Bolivia rompió con
Ballivián y amenazó al país. Velasco desde el sur le ofreció sus tropas a
Ballivián dejando de lado sus enconos personales y en noviembre de 1841
en los campos de Ingavi, Ballivián derrotó a Gamarra que murió en
combate. Fue el último intento peruano por lograr la anexión, este
triunfo militar significó la consolidación definitiva de la
independencia boliviana.
El militarismo. Entre aristocracia y populismo
Los seis años de gobierno de José Ballivián, descendiente de una
aristocrática familia paceña, se inscriben en la continuidad de la línea
crucista. Impulsó la educación, fortaleció las políticas de minería
aumentando los bancos mineros de rescate y desarrolló una veta de
proteccionismo económico a través del incremento de impuestos de
importación de varios productos, estos son algunos rasgos que definen
este periodo en el que comenzó el auge de la producción de cascarilla o
quina. La quina se usaba en el mundo como medicamento para curar la
fiebre terciana y reportó importantes ingresos al país. También
aparecieron los primeros indicios de la explotación de guano en el
Pacífico. La obra de Ballivián es fundamental en la integración del
noreste boliviano. La creación del departamento de Beni que incluía las
misiones de Mojos (1842) fue un paso fundamental, así como las
exploraciones e investigaciones de ese territorio promovidas
Durante su gobierno Arica, igual que en el periodo colonial, volvió a
ser el puerto natural de exportación e importación de Bolivia, con un
tratamiento preferencial logrado en acuerdo con el gobierno de Perú.
A lo largo de su mandato, los intentos permanentes de su enemigo
personal, el Gral. Manuel Isidoro Belzu por derrocarlo, culminaron en
una escalada subversiva en 1847 que terminó en diciembre con el ingreso
triunfal de Belzu a La Paz. El 23 de ese mes Ballivián resignó el mando
en la figura del Gral. Eusebio Guilarte que apenas diez días después,
fue derrocado por el Gral. Velasco quien tras nueve meses de precaria
administración, poco pudo hacer como no fuera mantenerse en el mando
hasta ser derrotado en diciembre de 1848 por Belzu en la batalla de
Yamparáez.
Belzu marcó un giro en el relacionamiento del gobernante con su
sociedad. Era hostil a la aristocracia chuquisaqueña y planteó un nuevo
lenguaje que algún historiador ha definido como “socialismo cristiano”.
Se proclamó defensor de los desposeídos, especialmente de los artesanos,
atacó la propiedad privada, pero por sobre todo llevó adelante una
política proteccionista radical, mucho mayor que la de sus antecesores
que en algunos aspectos habían aplicado políticas económicas eclécticas.
Sus medidas fueron aranceles contra la manufactura inglesa, leyes que
prohibían a los extranjeros ejercer el comercio y creó monopolios de
producción estatal. La producción de quina llegó a su momento de mayor
auge hasta convertirse en uno de los items más importantes de ingreso
para las arcas fiscales. En este periodo comenzó a renacer la minería
que durante los primeros años de la república había atravesado una grave
crisis. los cambios tecnológicos en Europa y Estados Unidos,
permitieron la rehabilitación de minas inundadas y el comienzo aún
incipiente de nuevos procesos industriales. En 1854 se realizó el quinto
censo en periodo republicano, arrojando una población de 1.544.300
habitantes para un territorio mayor a los dos millones de km2. Por todo
ello, el Presidente se convirtió casi en un mito para los más pobres que
lo conocían como el “Tata”
Uno de los más pintorescos episodios de nuestro pasado atribuido
erróneamente a Mariano Melgarejo, ocurrió en realidad en la gestión de
Belzu. Un incidente surgido por el encarcelamiento de un comerciante
norteamericano, provocó la intervención del embajador de la Gran Bretaña
que fue expulsado del país, el móvil básico era en realidad la
intransigente política proteccionista del gobierno, lo que provocó la
ira del imperio británico y la supuesta frase de la reina Victoria que
tachando a Bolivia del mapa afirmó “a partir de hoy Bolivia no existe
para el imperio británico”.
Su gestión estuvo signada por la turbulenta inestabilidad. El
Presidente sufrió un atentado protagonizado por el Cnl. Agustín Morales
en Sucre que casi le cuesta la vida. José María Linares conspiró
constantemente contra el gobierno, igual lo hicieron Ballivián, Velasco y
el Gral. José María Achá. Hastiado de estas tensiones, convocó a
elecciones que ganó en 1855 su yerno el Gral. Jorge Córdoba. Ninguno de
los rasgos esenciales del gobierno de su mentor cambiaron, ni en la
orientación de proteccionismo económico, ni en una administración que
arrojó un interesante superávit en el tesoro del país. La diferencia
estaba en la personalidad más bien débil de Córdoba. Pero es evidente
que las ideas cada vez más proclives al liberalismo económico comenzaron
a penetrar con fuerza en Bolivia. La debilidad de Córdoba terminó por
doblegar a su gobierno. Las permanentes intentonas de Linares culminaron
exitosamente en el triunfo militar de sus tropas sobre las del gobierno
en Cochabamba.
Linares. Civil, dictador y moralista
El 9 de setiembre de 1857 Linares llegó a la presidencia. De hecho
fue realmente el primer Presidente civil del país, ya que Calvo tuvo un
paso efímero por la primera magistratura.
Igual que Belzu, Linares impuso su fuerte impronta personal.
Obsesionado por el ascetismo, la moralidad y la necesidad de orden como
norma de conducta primordial, supeditó todo criterio a estas premisas y
muy pronto se declaró dictador (setiembre de 1858), con la idea de que
ese era un mecanismo político indispensable para aplicar su programa de
limpieza ética. Por primera vez desde el nacimiento de la república
consideró que el ejército era un lastre de gasto y foco permanente de
sedición, por lo que redujo drásticamente sus efectivos (de 6.000 a
1.200) y su presupuesto. Comenzó por dar ejemplo de austeridad al
reducir su salario y el de su personal de gobierno. Estableció una
secante centralización administrativa a través de la creación de la caja
central de pagamentos.
Mientras la quina declinaba, la minería se fortalecía con el uso de
las maquinas de vapor, vagonetas y carriles. Comenzaban a consolidar su
gran poder económico los grandes mineros de la época, Aniceto Arce,
Gregorio Pacheco y José Avelino Aramayo, cuyo rol protagónico en
política vendría después de la guerra del Pacífico. En 1857 se
descubrieron los primeros depósitos de nitrato en el Litoral y comenzó
el crecimiento demográfico y económico de la región, pero el control de
este desarrollo económico estaba en manos de capitalistas ingleses y
chilenos, no bolivianos.
Linares abrió el camino hacia el librecambismo que fue una tendencia
casi inalterable de allí hasta el fin de la guerra del Chaco, si bien
su gobierno alentó todavía restricciones en el comercio del mercurio y
la acuñación de moneda.
Bolivia, que había nacido a la vida independiente con una mayoría
abrumadora de población quechua-aymara en el área rural del altiplano y
los valles interandinos, vivía en buena parte del tributo indígena que
en 1860 representaba el 36% de los ingresos del erario, más del doble
que cualquier otro rubro. El tributo obligatorio no implicaba ninguna
retribución del estado a las comunidades indígenas, postergadas y
totalmente fuera del circuito económico del país como no fuera para
pagar sus tributos. La situación de los indios sin embargo, no había
llegado todavía a su punto más crítico.
La política intransigente de Linares terminó por generar la
conspiración. El fusilamiento de un sacerdote acusado de corrupción y
las sanciones implacables para las contravenciones a la ley, dieron
lugar a un alto grado de descontento en los sectores acostumbrados a
medrar del poder.
Entre la inestabilidad, la dictadura y el librecambismo
Ante la presión del belcismo que acosó sin tregua su gobierno, el
dictador convocó a un congreso que le aceptara la dimisión y eligiera a
su sucesor, el congreso nunca se reunió, un golpe de estado (enero de
1861) protagonizado por sus más estrechos colaboradores, dio lugar a la
primera junta de gobierno de nuestra historia, integrada por quien fuera
su ministro José María Achá, el también ministro de origen argentino
Ruperto Fernández y Manuel Antonio Sánchez. La junta duró apenas tres
meses, de ella fue elegido Presidente el Gral. Achá quien tomó el mando
en mayo de 1861.
La fuerte presión expansionista chilena en el Litoral, por la
instalación de intereses chilenos y brasileños en la explotación del
salitre, comenzó a generar conflictos de límites propiciados por Chile
para copar la rica región salitrera y guanera de Mejillones. Una
intención de declaratoria de guerra del congreso boliviano impulsada por
el patricio Rafael Bustillo no prosperó.
En octubre de 1861 la acción represiva del Cnl. Plácido Yáñez que a
título de sofocar una rebelión detuvo y encarceló a más de medio
centenar de ciudadanos, entre ellos el expresidente Córdoba, terminó en
una implacable masacre en la que fueron asesinados el propio Córdoba y
más de sesenta militares y civiles. Días después, Yáñez fue ajusticiado
por una poblada que lo linchó en la misma plaza principal de La Paz.
La política agraria tuvo un importante giro con el decreto de 1863
que apelaba a la legislación de 1825 y 1831, que reconocía la propiedad
de la tierra por parte de los indígenas, aunque establecía que las
tierras libres se podían subastar. Los diezmos fueron sustituidos (1861)
por un impuesto territorial.
Después de las elecciones de 1862 que ganó en medio de acusaciones
de fraude, Achá quiso convocar a elecciones libres en las que debían
participar las principales facciones políticas, los “rojos” influidos
por las ideas del linarismo y los populistas, fanáticos seguidores de
Isidoro Belzu.
La ascendente figura del Gral. Mariano Melgarejo, hombre violento,
primario y de impulsos temerarios, con fuerte ascendiente en el
ejército, culminó en diciembre de 1864 con la toma del cuartel de los
húsares que desató la rebelión total y la caída de Achá.
Melgarejo gobernó seis largos años. Más allá de sus características
personales que implicaron la aplicación de la arbitrariedad dictatorial y
la frecuencia de episodios bochornosos transformados en insólitas
anécdotas que han hecho historia, Melgarejo fue respaldado por la elite
minera en pleno ascenso, aplicó de manera franca una política económica
librecambista con libertad plena para las exportaciones. Ejercitó una
política agraria que marcó la destrucción sistemática de la propiedad de
las comunidades originarias, que había respetado incluso la colonia
española. En 1866 estableció que las tierras debían consolidarse
mediante un pago de entre 25 y 100 pesos, si este pago no se cumplía,
las tierras indígenas pasaban a propiedad del estado en un plazo de
sesenta días. Esta determinación fue el comienzo del más grande despojo
de tierras de comunidad en toda la historia republicana.
La espectacular expansión del crecimiento mundial y los cambios
tecnológicos trajeron consigo un impacto directo de inversión externa en
la costa boliviana, lo que determinó que por primera vez un gobierno
boliviano recibiera ofertas concretas de inversión que implicaban
concesiones de derechos y aún de territorio a cambio de ingresos sin
antecedentes en las rentas del país, estancadas por décadas.
Esto condujo al nefasto tratado de 1866 en el que Bolivia aceptaba
la explotación conjunta con Chile recibiendo al 50 % las riquezas
obtenidas que eran bolivianas en su integridad. En 1867 firmó con Brasil
un tratado por el que cedía el acceso directo al río Madeira y perdía
una superficie de casi 300.000 km2.
A favor de este gobierno hay que reconocer la inserción de
maquinaria de vapor, por ejemplo en el trabajo de la Casa de la Moneda
de Potosí.
En 1865 se produjo el mayor levantamiento contra Melgarejo, liderado
por Belzu quien logró copar La Paz y tomar triunfante el palacio de
gobierno donde se hallaba Melgarejo. En un confuso episodio, Melgarejo o
uno de sus hombres disparó contra el caudillo triunfante y lo asesinó,
revirtiendo la situación en su favor, lo que le permitió mantenerse en
el poder hasta 1871.
La extrema violencia de Melgarejo que había sido acompañado por su
“super ministro” Mariano Donato Muñoz en la aplicación de su política
económica, terminó por aislarlo totalmente. En noviembre de 1870 se
produjo un levantamiento comandado por el Gral. Agustín Morales y el Dr.
Casimiro Corral. Tras largas escaramuzas, en enero de 1871 Melgarejo
fue derrocado y Morales accedió al mando.
Morales, hombre de carácter inestable, condujo una política
plenamente liberal en el tratamiento a la minería, al punto que anuló el
monopolio del estado en la exportación de la plata, cuya importancia
era cada vez más creciente en la economía nacional. Eliminó la moneda
feble que el estado había mantenido desde los tiempos de Santa Cruz y
como consecuencia de ello creó el Banco Nacional con el objetivo de
reorganizar el sistema monetario nacional.
La política agraria de Morales por iniciativa de Casimiro Corral,
revirtió las disposiciones de Melgarejo. En 1871 se restituyó la
propiedad indígena, sin trámites ni pago alguno, tal como estaba antes
de los decretos de Melgarejo. La medida duró poco por las
determinaciones de los sucesivos gobiernos liberales.
Como otros muchos gobiernos de facto que le antecedieron, Morales
hizo aprobar una nueva Constitución (1861) y convocó a elecciones que
ganó. En 1872 su sobrino Federico Lafaye, a quien había vejado en el
salón rojo de palacio de gobierno, le descerrajó dos tiros y le quitó la
vida. Reunido de emergencia, el parlamento nombró Presidente
constitucional interino a Tomás Frías.
Frías, cuyo espíritu legalista era muy evidente, aceptó el mando con
el único objeto de convocar a elecciones generales y gobernó solo cinco
meses. Las elecciones de 1873 fueron las primeras en la que realmente
puede hablarse de pluralidad. Aunque el sistema electoral era de voto
restringido -no podían votar las mujeres ni los analfabetos y no podían
ser electos quienes no tuvieran una determinada renta- hasta entonces
las elecciones habían sido un simple formalismo para legitimar gobiernos
de facto o respaldar a los candidatos oficiales. Compitieron el Cnel.
Adolfo Ballivián y el Dr. Casimiro Corral. Sobre 16.674 votos emitidos,
Ballivián obtuvo el 38,6 % y Corral el 33,7 %. Por primera vez el
parlamento tuvo que elegir Presidente al no haber obtenido ninguno
mayoría absoluta. Los congresales ratificaron el triunfo por mayoría
relativa de Ballivián.
En este breve periodo se ratificó un tratado secreto de defensa
entre Bolivia y Perú que se había negociado en 1872 y que sería clave en
el conflicto que se avecinaba. El mandato de Ballivián fue breve, un
cáncer acabó con la vida del Presidente apenas ocho meses después de
haberse posesionado. Representante de la elite criolla, el Presidente
buscó obtener un crédito en Europa que le permitiera reestructurar la
diversidad de deudas contraídas por anteriores gobiernos. Uno de los
objetivos era también comprar dos blindados que pudieran inaugurar la
armada boliviana sin presencia alguna en el Pacífico, ambas ideas fueron
desechadas por el congreso que fue cerrado por el Presidente. La caída
de la plata ante la creciente adopción del patrón oro, condujo a
eliminar casi todo gravamen sobre este mineral, favoreciendo los
intereses de los empresarios mineros.
A la muerte del Presidente volvió al mando Tomás Frías por el
mecanismo de sucesión establecido en la Constitución, que hacía
Presidente al presidente del consejo de estado. Frías enfrentaba una
debilidad intrínseca al no contar con el respaldo militar y al no estar
totalmente integrado con las elites de la minería, pero en lo relativo
al problema agrario la posición de su gobierno ratificó el carácter de
las leyes de Melgarejo. En 1874 sobre el argumento de la necesidad de
modernizar y mecanizar la producción agrícola del país, en el más puro
ideario liberal, Frías ratificó la propiedad indígena, pero estableció
el concepto de propiedad individual, la necesidad de refrendar esa
propiedad con un título, su capacidad de venta y transacción y la
instalación de una revisita que establecería las características exactas
de propiedad.
Durante todo este periodo se ofrecieron inversiones en el Litoral
como el contrato Church o el López Gama para la construcción de un
ferrocarril o la supuesta inversión de dos millones de libras
esterlinas, que nunca se concretaron. Las concesiones de explotación
minera en la mayoría de los casos no reportaron beneficio alguno al
estado y fueron frecuentemente negociados.
Cuando se preparaban elecciones para 1876, el Gral. Hilarión Daza
que había sido protegido de Frías desencadenó un golpe de estado y se
hizo del poder. Frías dejó el mando sin oponer resistencia alguna.
La guerra del Pacífico
El gobierno de Daza coincide con uno de los momentos más dramáticos
de toda la historia boliviana, el conflicto bélico del Pacífico
desencadenado por los intereses expansionistas de Chile, la presencia
mayoritaria de súbditos chilenos en nuestro territorio, la dificultad de
vinculación de nuestra costa con el centro político económico ubicado
en las alturas de los Andes, los voraces intereses del imperialismo
inglés ligado a capitales y políticos de Chile y la sucesión de tratados
que fueron aprovechados por Chile para sacar ventajes en la región. La
decisión del gobierno de Daza -atribulado por una espantosa sequía y una
epidemia de peste que azotaron el país y lo dejaron desabastecido- de
imponer un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, fue
el detonante del conflicto. Chile apelando a un tratado de 1874 que
eximía a las empresas exportadoras de todo gravamen, decidió la invasión
de Antofagasta el 14 de febrero de 1879.
Los derechos bolivianos sobre el Pacífico vienen de la etapa
prehispánica, probada por la presencia de Tiahuanacu en el Litoral y la
expansión incaica posterior. El virreinato del Perú definió claramente
sus límites al sur en el paralelo 25 a la altura del Paposo (valle de
Copiapó). Este límite fue heredado por Bolivia como consta en toda la
cartografía internacional de la época. La superficie del Litoral era de
aproximadamente 120.000 km2. Si bien era parte del departamento de
Potosí, tenía un estatus equivalente al de un departamento al tener su
propio prefecto. Su capital era Cobija, pero sus centros más importantes
eran Antofagasta y Caracoles. En el momento de la guerra su población
aproximada era de 15.000 habitantes. Los productos fundamentales de la
región eran el guano, el salitre y la plata, verdaderos móviles del
conflicto.
Militarmente Bolivia tenía una gran desventaja, ausencia absoluta de
naves de guerra en el mar. La invasión de Antofagasta fue muy fácil,
Bolivia carecía de fuerza militar allí y la mayoría de la población era
de origen chileno. El 26 de febrero, anoticiado el gobierno del hecho se
aprestó a organizar la defensa. El rápido avance de Chile al interior
del territorio determinó la heroica acción de Eduardo Abaroa, Ladislao
Cabrera y un puñado de bolivianos en Calama. El 23 de marzo de 1879, un
destacamento de medio millar de tropas chilenas atacó el pueblo
defendido por algo más de un centenar de bolivianos. Abaroa defendió el
pequeño puente del río Topater, ofrendando su vida en esa defensa.
El embajador boliviano Serapio Reyes Ortiz viajó a Lima para pedir
la ejecución del tratado secreto de defensa mutua de 1873. Chile declaró
la guerra al Perú que entró en el conflicto. Durante todo 1879 la
campaña en el mar tuvo como gran protagonista al monitor peruano Huáscar
y a su intrépido almirante Miguel Grau, que durante seis meses jaqueó a
la armada y a los puertos chilenos con varias acciones exitosas, entre
ellas el hundimiento del barco chileno Esmeralda. Finalmente en octubre,
todos los barcos de guerra de Chile persiguieron y hundieron al heroico
Huáscar, acción en la que murió Grau. Esa derrota fue decisiva para el
control del mar por parte de Chile. En noviembre los chilenos atacaron
Pisagua, puerto peruano defendido por tropas peru-bolivianas. La toma de
Pisagua abrió la brecha del ataque a territorio del Perú.
El Presidente peruano Mariano Ignacio Prado tomó el mando general de
las acciones. Hilarión Daza se trasladó a Tacna con un contingente de
6.252 efectivos. Seis meses después de un tedioso estacionamiento en esa
ciudad, Daza se movió para apoyar al Gral. peruano Buendía en la
defensa de Iquique. Extrañamente a medio camino, en un lugar llamado
Camarones, el contingente boliviano se detuvo y retornó a Arica. Esta
defección aún inexplicable, minó seriamente el prestigio del Presidente
boliviano y fue un duro golpe a la moral de los aliados. Buendía fue
derrotado en la batalla de San Francisco en la que casi 11.000 aliados
enfrentaron a 6.500 chilenos parapetados en las alturas de una colina
que no pudo ser tomada, a pesar de los bravos esfuerzos de algunos
contingentes aliados por tomar la plaza.
Pocos días después en Tarapacá los aliados se anotaron el único
triunfo importante de la contienda, al derrotar sin atenuantes a 4.000
soldados chilenos a quienes obligaron a retirarse, tras dejar centenares
de muertos y heridos en el campo. En tanto, el Gral. Narciso Campero
organizó en Bolivia la quinta división para apoyar las operaciones
aliadas en el desierto de Atacama. Entre octubre de 1879 y enero de 1880
la división recorrió errática más de 1.000 km., con un triunfo aislado
en Tambillos y la inexplicable decisión de no atacar Calama.
Pero la retirada de Camarones y el desastre de San Francisco
decidieron la suerte de Prado y Daza. El peruano marchó a Europa con el
peregrino argumento de que iba a comprar algunos blindados para su
armada. A los pocos días fue derrocado por Nicolás de Piérola. Daza fue
depuesto en Arica por los coroneles Lizardo Montero del Perú y Eliodoro
Camacho de Bolivia. El profundo descontento popular por los resultados
bélicos llevó al país a la confusión, una junta de gobierno organizada
en La Paz por Uladislao Silva pretendió hacerse del poder sin éxito.
Tras varias escaramuzas, finalmente primó la razón y esa misma junta
decidió nombrar como Presidente provisional al Gral. Campero precedido
de un gran prestigio por su formación académica militar en Francia.
Campero llegó a Tacna como jefe supremo del ejército aliado y emprendió
camino para enfrentar a los chilenos en el llamado Alto de la Alianza,
el punto clave de defensa de la ciudad de Tacna. Fue la mayor
confrontación militar del desierto, 19.000 efectivos chilenos
enfrentaron a 12.000 aliados el 26 de mayo de 1880. La intervención
valiente de los regimientos Colorados de Bolivia, Murillo y Zapadores no
fue suficiente para frenar la ofensiva chilena en la que la caballería
de Yavar tuvo un papel decisivo. Más de 5.000 hombres entre muertos y
heridos quedaron regados en el campo. Los aliados fueron derrotados y
Tacna tomada. El ejército boliviano se replegó a las montañas y Bolivia
se retiró de la guerra. Chile tomó Arica e invadió Lima. La guerra
terminó en 1883 después de casi un año y medio de intervención chilena
al Perú. Bolivia perdió su acceso soberano al océano Pacífico y todo el
territorio del Litoral que fue ocupado por Chile.
La República oligárquica. Los conservadores
La derrota en el Pacífico y la mutilación de nuestro brazo
territorial con acceso al mar causó una herida que Bolivia no pudo
cerrar hasta hoy, con un daño económico incalculable, pero además cortó
nítidamente la historia de nuestro siglo XIX. El periodo de
inestabilidad crónica y el militarismo recurrente fueron sustituidos por
un nuevo proyecto de estado. La elite dominante decidió organizar la
nación sobre el modelo demoliberal y tomar directamente las riendas del
poder. Así nació lo que se ha denominado el estado oligárquico. Este
cambio tenía que ver con la consolidación del poder minero de la plata,
que implicó una opción de recuperación económica después de un largo
periodo de depresión y estancamiento (1840-1880).
El 26 de mayo de 1880, significativamente el mismo día de la derrota
final de Bolivia en el Alto de la Alianza, se reunió la convención que
cambió el destino boliviano. Hombres como Arce, Pacheco, Mariano
Baptista, Severo Fernández Alonso, Nataniel Aguirre, Belisario Salinas o
Modesto Omiste, aprobaron una nueva Constitución, la décimo primera del
país, que en realidad era la ratificación, salvo un artículo, de la
aprobada en el gobierno de Daza en 1878. Este texto marcaba la
reafirmación liberal de la vocación de las elites. Conceptualmente
individualista, mantuvo el criterio de los derechos y garantías de la
persona y subrayó el derecho sagrado de la propiedad privada. Recuperó
la figura vicepresidencial, incluyendo dos vicepresidencias y el sistema
bicameral. Pero la trascendencia de la Constitución del 80 la
determinaron los hechos. Ha sido la Constitución con mayor vigencia en
nuestra historia (1880-1938), salvo las modificaciones puntuales de 1921
y de 1931. Esa misma convención eligió Presidente constitucional a
Narciso Campero que hasta entonces ocupaba el cargo provisionalmente.
La fuerte vinculación de los mineros de la plata con capitales
chilenos, determinó dos líneas de razonamiento, la necesidad de cerrar
la página de la guerra en la línea del pacifismo y tomar una postura de
acercamiento a Chile para intentar sacar ventajas pragmáticas de esa
situación. La otra línea defendida por un sector del país representado
en el parlamento, sostuvo la postura guerrista que se fue diluyendo en
gran medida por la evidente inferioridad de condición económica y
militar de Bolivia con relación a Chile.
Este momento coincide también con el nacimiento de los partidos
políticos como estructuras organizadas. El gran ideólogo del periodo es
Eliodoro Camacho que estableció de manera orgánica los principios del
ideario liberal, que serían la base ideológica de los partidos hasta la
guerra del Chaco. Libertad política, económica e individual era el
trípode de esas ideas. La confrontación entre liberales y conservadores
era de facciones personales, de grupos de poder, de intereses económicos
y de región. Los conservadores eran conocidos entonces como demócratas
(Pacheco) y constitucionales (Arce) y representaban intereses
individuales, que resolvieron en la elección de 1884 el poder de la
plata y la fuerza del sur. Los liberales de Camacho tenían mucha mayor
unidad ideológica, terminarían representando el poder del estaño y los
intereses del norte (La Paz-Oruro).
La tarea de Campero fue el restañamiento de las heridas económicas
dejadas por la guerra, la sequía y la peste, recuperación que tuvo que
ver con la modernización del sector minero y el auge de los precios
internacionales de la plata. Las elecciones de 1884 llevaron al poder a
Pacheco. Fue una contienda reñida con otro minero, Aniceto Arce. El
poder económico de los mineros pudo más que el liberalismo, pero fue una
elección relativamente libre dentro del marco del voto restringido
(40.000 votantes en un país de 1.600.000 habitantes). El congreso
ratificó a Pacheco, que había ganado por mayoría relativa. Por primera
vez en la historia un gran empresario ocupaba el solio presidencial.
La disminución de la importancia del tributo indígena para el
erario, facilitó la política de expoliación de las tierras de comunidad
iniciada por Melgarejo, se abrió la economía extractiva al mercado
mundial, tanto para la exportación de productos como para la importación
de capital y tecnología. Esta realidad implicó también un proceso de
modernización relativa en el ámbito urbano a partir de la llegada del
ferrocarril, la energía eléctrica y el telégrafo. La minería dio el
salto básico de su modernización técnica y de producción que no se
detendría hasta mediados del siglo XX. Pero ni el gobierno de Campero ni
el de Pacheco pudieron equilibrar el déficit fiscal, sino hasta el
postrer año de administración de este último.
Las elecciones de 1888 mostraron la obvia preferencia y manipulación
del oficialismo por el candidato Arce que había hecho un “pacto de
caballeros” con Pacheco para garantizar su presidencia. Arce fue sin
duda la gran figura de los conservadores, su energía creadora y su
decisión de llevar adelante sus ideas contra cualquier obstáculo,
permitió que pudiese consolidar la inserción boliviana en el mercado
internacional con la creación de bancos como los dos hipotecarios y la
promulgación de la primera ley de bancos. Pero la obra magna de Arce fue
la construcción del ferrocarril entre Ascotán (límite con el
departamento de Litoral en poder de Chile), que conectaba con el
construido hacia Antofagasta por la compañía salitrera de Antofagasta y
tenía su destino final boliviano en Oruro. El ferrocarril permitía mayor
eficiencia de exportación de los minerales bolivianos, en buena parte
de propiedad del propio Arce, pero la línea férrea no se detuvo en
Huanchaca sino en Oruro. El 15 de mayo de 1892 el Presidente remachó el
último clavo de la riel en la estación de Oruro, a pesar de la fuerte
oposición de quienes decían que esa línea era el mejor camino para la
invasión chilena. Fue uno de los pasos decisivos hacia la modernización y
vinculación externa de Bolivia. Obsesionado por la vinculación interna
trabajó en la carretera Sucre-Potosí y Sucre-Cochabamba, la obra mayor
en estas vías fue el hermoso puente Arce. En 1889 se instaló la primera
línea telefónica.
En 1892 fue electo en las condiciones más irregulares, con
persecución de parlamentarios opositores y una aprobación ilegitima en
el congreso, Mariano Baptista.
En 1894 al retorno de Daza para justificarse ante el país, se
produjo su asesinato en Uyuni, hecho que nunca pudo esclarecerse. En
1895 se firmó un nuevo tratado con Chile que reconocía soberanía de ese
país sobre el Litoral usurpado y en el que Chile se comprometía a ceder
un puerto soberano a Bolivia. El gobierno se preocupó por la educación
técnica en coordinación con la iglesia a través de las escuelas de artes
y oficios.
En 1896 los conservadores se reprodujeron en el poder bloqueando
toda posibilidad liberal, con la elección de Severo Fernández Alonso,
esta vez frente al Cnl. José Manuel Pando que sustituyó como candidato a
Eliodoro Camacho. A Alonso le tocó enfrentar el dislocamiento entre
norte y sur. Un año antes de la hecatombe, en 1897 se exhibió la primera
película cinematográfica en La Paz.
La guerra federal
En 1898 la aprobación de la ley de radicatoria que forzaba al
Presidente a permanecer en Sucre y pedir autorización para salir de la
capital, fue el detonante de una confrontación que esperaban La Paz y
los liberales. Una junta organizada en La Paz declaró el federalismo.
Alonso partió a Oruro para sofocar la rebelión. Los federales fueron
comandados por Pando, quien de modo audaz se alió con los indígenas
aymaras liderados por Pablo Zárate Willka. La guerra dejó un saldo de
por lo menos 1.300 víctimas entre muertos y heridos. Las tropas
chuquisaqueñas cometieron abusos muy graves, como la masacre de 90
indígenas en Santa Rosa. En Corocoro fueron hostigados y expulsados
cuando intentaban pertrecharse. En enero de 1899 Pando derrotó a Alonso
en la batalla del primer crucero y lo obligó a desistir de su idea de
atacar La Paz. Los saldos del ejército de Alonso fueron masacrados sin
piedad por los comunarios aymaras en Ayo Ayo, el episodio que recuerdan
con mayor sentimiento en Chuquisaca. Pero el hecho más terrible fue el
de Mohoza, pueblo en el que 130 efectivos del ejército liberal de Pando
que a pesar de ser aliados, fueron masacrados por los indios al mando de
Lorenzo Ramírez. En abril, en las proximidades de Oruro, en la batalla
denominada del segundo crucero Pando derrotó definitivamente a Alonso,
hecho que lo obligó a renunciar a la presidencia. 4.000 combatientes se
enfrentaron allí. La actuación de Zárate y sus hombres fue decisiva para
la victoria. La evidencia de que los indios tenían su propio proyecto
de una gran insurrección reivindicando sus derechos sobre la tierra,
hizo que Pando se deshiciera de Zárate a quien apresó junto a otros
líderes indígenas. Zárate fue muerto en extrañas circunstancias en 1903.
La junta integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla,
gobernó entre abril y octubre de l899.
La bandera federal se arrió casi tan pronto como se había izado. Los
liberales tomaron el poder y La Paz se convirtió de hecho en sede de
gobierno. En octubre de 1899 Pando fue elegido Presidente por la
convención nacional en Oruro.
SIGLO XX (1900-2000)
La república oligárquica. Los liberale
Pando abrió el ciclo de veintiún años de gobiernos liberales, con
una mentalidad modernizadora que marcó una nueva preeminencia de la
economía y de la geopolítica interna de Bolivia, estableciendo el
liderazgo de La Paz que tendría vigencia a lo largo de todo el siglo XX.
En 1900 se produjo un hecho crucial para la economía boliviana,
Simón I. Patiño descubrió en la mina La Salvadora (Llallagüa), la veta
de estaño más rica del mundo, comenzaba así la era del estaño en el
país. Simultáneamente, los precios internacionales de la plata se
derrumbaron y la minería boliviana de la plata colapsó, coincidiendo con
el auge del estaño y los usos múltiples de este producto en el mundo.
En poco más de dos décadas los llamados barones del estaño Simón Patiño,
Carlos Víctor Aramayo y Mauricio Hoschild, se convirtieron en un poder
económico y político decisivo en el país.
La guerra del Acre
El descubrimiento del árbol de la goma y su explotación (Antonio
Vaca Diez desde 1876), determinó un auge económico muy importante entre
1890 y 1920, al punto que en las primeras décadas del siglo fue el
segundo ingreso mayor después de los minerales. El éxito de la goma
generó muy pronto problemas de límites en el norte en la frontera con
Brasil. Los filibusteros, con el beneplácito del gobierno del Presidente
brasileño Francisco Rodríguez Alves, pretendieron independizarse de
Bolivia. Con un alto sentido de responsabilidad Pando decidió
combatirlos y con un destacamento se dirigió al ignoto norte, en un
viaje que en si mismo era una verdadera odisea. En la zona de Cachuela
Esperanza y Riberalta en el Beni, se alzaba el imperio de Nicolás
Suárez, el Patiño de la goma, quien pertrechó la columna Porvenir y
colaboró al gobierno. La crisis bélica (1902-1903) con antecedentes en
las expediciones de Muñoz, Lucio Pérez Velasco e Ismael Montes que
tuvieron éxitos como el de Riosinho, Capueiro y Bagué, culminó cuando
Brasil decidió intervenir en el conflicto, forzando al débil ejército de
Pando a la negociación, pero las acciones del Presidente boliviano
deben destacarse por sus éxitos militares y las dificultades que se vio
obligado a superar en una expedición de meses desde los Andes hasta la
amazonía. En 1903 en Petrópolis (Brasil), ambos países firmaron un
tratado por el que se cedía el territorio del Acre a cambio de una
compensación económica de dos millones de libras esterlinas y un
ferrocarril .
Ismael Montes y la continuación del ciclo liberal
En 1904 fue elegido Ismael Montes quien nada más comenzar su
gobierno tuvo que afrontar una de las más grandes responsabilidades
históricas que hubiese tenido un mandatario boliviano, el tratado de
1904. El congreso debatió duramente el tema y a pesar de una fuerte
oposición (Miguel Ramírez, Pastor Saínz, Fernando Campero, Román Paz,
entre otros), la mayoría liberal se impuso. Se acordó la cesión a
perpetuidad a Chile del Litoral a cambio del libre tránsito de
mercaderías, la construcción del ferrocarril Arica- La Paz y 300.000
libras esterlinas. El mar a cambio de un plato de lentejas, fue la
decisión pragmática de los liberales.
El dinero recibido de Brasil y Chile permitió al liberalismo un
importante trabajo de modernización de las principales ciudades,
particularmente La Paz. Se comenzaron vías férreas como La Paz-Beni,
Viacha-Oruro, Oruro-Cochabamba, Oruro-Potosí y Potosí-Tupiza, un proceso
vital de vertebración del territorio occidental.
El país se adecuó al patrón oro y se crearon nuevos bancos. Comenzó
una etapa de bonanza económica apoyada por el auge gomero y estañifero.
En el ámbito de la educación se contrató la misión belga presidida por
Georges Rouma, que modificó curriculums y modernizó la educación
nacional, instalando la primera normal para la formación de maestros. En
lo religioso se aceptó la libertad de cultos.
En las elecciones de 1908 ganó Fernando Guachalla quien no pudo
posesionarse al morir días antes de la transmisión del mando. Montes
decidió prorrogar un año más su mandato de manera totalmente ilegal. Le
sucedió Eliodoro Villazón quien ganó los comicios de 1909. El gobierno
de Villazón fue uno de los más tranquilos y prósperos que haya tenido el
país. Gozó de una economía en bonanza y en crecimiento, tuvo sucesivos
superavits en los presupuestos nacionales, las exportaciones crecieron
en más del 50 % y se instalaron tranvías en La Paz y Cochabamba. El
gobierno contrató una misión alemana presidida por el Gral. Hans Kundt
para modernizar el ejército, en una línea permanente de renovación
militar que sostuvieron los gobiernos liberales. A diferencia de sus
antecesores, respetó escrupulosamente la Constitución y los derechos
ciudadanos, sin la presión de movimientos subversivos que había sido y
sería una constante histórica.
En esa época surgieron las obras de Franz Tamayo y Alcides Arguedas
que contrapusieron visiones de la sociedad, Tamayo en un vitalismo
exaltador de los valores indígenas, Arguedas en una demoledora crítica
al conjunto de la sociedad que perfilaría años después (1919) en Pueblo
Enfermo. Dos importantes periódicos nacieron en el periodo liberal, el
oficialista El Diario y el republicano La Razón.
En 1913 Montes volvió al poder en medio de una altísima popularidad,
pero le tocó afrontar la crisis producida por la primera guerra
mundial, tuvo que reformar el sistema financiero estableciendo que el
único banco con capacidad para emitir moneda era el Banco de la Nación.
La medida generó fuertes protestas, sumada a la contracción económica
como producto de la caída de las exportaciones. Incluso se tuvo que
suspender temporalmente el pago de la deuda externa. (1913-1916), pero
en 1916 la situación se revirtió y el Presidente se ufanó de que por
primera vez se superaron los 100 millones de pesos en exportaciones.
La situación en el agro se mantuvo inalterable, la expoliación de
las tierras de comunidad no trajo consigo una modernización ni
ampliación productiva, pero sí crecieron los terratenientes, entre ellos
los presidentes Pando y Montes. El descontento indígena se expresó de
nuevo con el levantamiento de Pacajes de 1914.
En 1917, igual que ocurrió con el último gobierno conservador, llegó
a la presidencia por la vía electoral José Gutiérrez Guerra, un hombre
tranquilo, más bien débil y con escaso ascendiente. Las pugnas entre
liberales nacidas ya en 1904 con Pérez Velasco, culminaron con la
escisión definitiva y el nacimiento del Partido Republicano en 1915, con
figuras claves como el propio expresidente Pando y los futuros
presidentes Bautista Saavedra y Daniel Salamanca. El asesinato del Gral.
Pando en 1917 abrió una brecha insalvable, el crimen nunca esclarecido
se achacó al gobierno y fue el san benito que ligó Gutiérrez desde el
comienzo de su mandato.
Gutiérrez impulsó la llamada educación indigenal que era el primer
esfuerzo por ocuparse de un tema central que solo resolvería la
revolución nacional. En 1920 voló el primer avión en el país.
Continuaron las obras de integración vial y se firmó el primer contrato
de concesión de áreas para la explotación petrolera con la
norteamericana Richmond Levering en el departamento de Santa Cruz.
En esos años comenzaron a surgir las primeras organizaciones
gremiales en el ámbito de los ferroviarios y gráficos, llegaron
incipientes las ideas anarquistas y socialistas y se organizaron las
primeras federaciones obreras locales. El fracaso de la gestión de
Montes ante la Sociedad de Naciones para reivindicar el mar y el fallido
juicio de responsabilidades al expresidente, descompuso definitivamente
el clima político.
La guerra del Chaco
La llegada de Salamanca al gobierno marca un terrible camino en el
destino de Bolivia. El Presidente creía que el país debía redimirse en
el Chaco. El conflicto limítrofe con Paraguay tenía que ver con una
región despoblada cuyos límites establecidos después de la
independencia, comenzaron a precisarse mediante tratados a partir de
1879. Se trata de un triángulo con el río Parapetí al norte, el río
Pilcomayo al oeste y el río Paraguay al este, ambos cursos de agua hacen
vértice en la capital paraguaya, Asunción. Tras cuatro intentos
fallidos -Bolivia reivindicaba el territorio hasta el propio límite de
Asunción y Paraguay hasta el río Parapetí- el tema quedó en litigio
hasta estallar primero en 1928 y luego en 1932 con el combate por la
laguna Chuquisaca (Pitiantuta), que dio origen a la guerra en junio de
1932.
La guerra tuvo cuatro fases, la primera entre junio y diciembre de
1932, ambos países se preparaban para el combate en gran escala, fue la
primera ofensiva boliviana y toma de los fortines paraguayos Toledo,
Corrales y Boquerón. En Boquerón el Tte. Cnel. Manuel Marzana y 650
soldados bolivianos, escribieron una de las páginas más heroicas de
nuestra historia militar, defendieron por más de un mes el fortín
asediado hasta por 11.500 soldados paraguayos, que finalmente tomaron el
fortín defendido hasta el último aliento. La respuesta paraguaya fue la
retoma de los tres fortines y las victorias en Arce y Alihuatá, apenas
paliadas por la exitosa defensa de Kilómetro Siete bajo el mando de
Bernardino Bilbao Rioja. Estos hechos forzaron a Salamanca, bajo presión
popular, a llamar a Hans Kundt general alemán que había estado varias
veces en Bolivia, a quien le entregó el mando del ejército.
La segunda fase de la guerra, diciembre 1932-diciembre 1933, fue de
total ofensiva boliviana con la toma de Platanillos, Loa, retoma de
Toledo, Arce, Alihuatá y el avance sobre Campo Jordán y Gondra. Su
objetivo específico era la toma de Nanawa, el fortín defensivo paraguayo
más al sur al que llegaron los bolivianos. En julio de 1933, 9.000
soldados bolivianos atacaron a 9.000 paraguayos en Nanawa sin éxito, con
más de 2.000 bajas bolivianas. Entre agosto y diciembre de 1933 el
comandante paraguayo Gral. José Félix Estigarribia contraatacó y retomó
Campo Grande, Alihuatá y Campo Vía, este último el peor desastre militar
boliviano en la guerra, con la caída de dos divisiones,7.500 hombres
con todo su armamento. Solo se salvó un destacamento de 3.000 hombres al
mando del Gral. Enrique Peñaranda. Salamanca destituyó a Kundt y bajo
presión de los oficiales en el frente nombró comandante en jefe a
Peñaranda.
La tercera fase, diciembre de 1933 a enero de 1935, fue de incesante
ofensiva paraguaya, que logró de manera fulminante hacer retroceder al
ejército boliviano y llegó al río Parapetí tras haber tomado Picuiba,
Carandaití y el centro de operaciones Ballivián, previamente destruido
por los bolivianos. El mayor éxito nacional en ese periodo fue Cañada
Strongest con un saldo de 1.400 prisioneros paraguayos. En noviembre de
1934, el Presidente Salamanca que había tenido pésimas relaciones con el
alto mando durante toda la guerra, fue derrocado cuando visitaba el
frente en Villamontes, rodeado por todo el mando en campaña que lo
obligó a dimitir. Su vicepresidente José Luis Tejada Sorzano se hizo de
la presidencia.
La última fase del conflicto, enero a julio de 1935, fue la defensa
de Villamontes organizada exitosamente por el Cnel. Bilbao Rioja, que
frenó en seco a Estigarribia y salvó el petróleo boliviano. En julio del
35 se hizo un acuerdo de alto el fuego y recién en 1938 se firmó la
paz. La idea de que el petróleo fue un móvil importante es relativa ya
que nunca se encontró petróleo en el Chaco. Paraguay contó en todo el
conflicto con la ayuda argentina cuyos intereses en territorio paraguayo
eran muy importantes.
El péndulo entre viejo orden y Revolución
La guerra dejó una terrible sensación de fracaso en el país, pero
sobre todo despertó una nueva conciencia en una sociedad que se
confrontó por primera vez en el campo de batalla con la realidad de sus
diferencias étnicas y sociales, la clase media estuvo cara a cara con la
mayoría quechua aymara que no sabía por qué y por quien peleaba.
Simultáneamente, las corrientes de pensamiento europeas, marxismo y
fascismo penetraban en la sensibilidad de una joven elite intelectual.
En este contexto, en mayo de 1936 se produjo el golpe de estado
protagonizado por el Cnl. David Toro que había integrado el mando en la
guerra, que marcó dos cosas, la intención de los militares de evitar
cualquier fiscalización de los civiles a su fracaso en la guerra y el
giro hacia ideas nacionalistas que serían decisivas en la historia del
siglo XX. La corriente abierta por Toro se definió como “socialismo
militar”, era en realidad una línea nacionalista no exenta de las ideas
fascistas en boga entonces. La medida fundamental de su gobierno fue la
nacionalización del petróleo, expulsando a la Standard Oil, fue la
primera nacionalización que se hizo en toda América Latina.
Paralelamente creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB),
la empresa estatal del petróleo. Amplió sustancialmente el número de
ministerios, creó el ministerio de Trabajo y colocó en el cargo a un
obrero fabril, Waldo Álvarez, que aprobó el código de trabajo e hizo la
sindicalización obligatoria, creó también el ministerio de Minas y
Petróleos. Fue un salto importante en la lógica de una sociedad
excluyente y elitaria en el manejo del poder. Creó también, al estilo de
la Alemania nazi, el rubro de propaganda dependiente de RR.EE. Era en
un sentido mucho más abierto que el de Siles, la irrupción de una nueva
generación que se hacía cargo de los asuntos del estado. Los socialistas
de Enrique Baldivieso acompañaron a Toro en este esfuerzo. La caída de
su gobierno como un frágil castillo de naipes en julio de 1937, hace
pensar que estuvo siempre hipotecado a la fuerte personalidad y la
popularidad arrolladora de su protegido el Tte. Cnl. Germán Busch, héroe
de guerra, temerario y de carácter volatil. Llegó a la presidencia a
los 33 años.
Busch demostró muy pronto que no era fácilmente manejable y mantuvo
la línea de Toro. No tuvo contemplaciones con los opositores, desterró a
Saavedra y sofocó un levantamiento de Toro fusilando a uno de los
sublevados, llamó a palacio y golpeó sin contemplaciones al viejo
escritor Alcides Arguedas que lo criticaba. A su lado se alinearon
intelectuales de la talla de Baldivieso, Augusto Céspedes y Carlos
Montenegro. En su gobierno se firmó la paz con el Paraguay, en lo
económico tuvo que combatir un proceso de inflación moderada. El 24 de
septiembre de 1938 creó el departamento de Pando consolidando la unidad
política del país hasta hoy.
En 1938 convocó a una asamblea constituyente para modificar en
esencia la Constitución de 1880 que solo había sufrido cambios parciales
en 1921 y 1931. La asamblea reunió a una generación distinta y fue tan
importante como la del 80. Allí estuvieron Renato Riverín, Valdivieso,
Céspedes, Carlos Medinacelli, Fernando Siñani y los futuros presidentes
Walter Guevara y Víctor Paz Estenssoro. El nuevo texto cambió la
orientación liberal de la carta magna y subrayó la responsabilidad
social del estado, limitó la propiedad privada insertando el concepto de
la propiedad como derecho social, planteó la obligatoriedad de salud y
educación por parte estatal. Era el comienzo de la era del
intervencionismo estatal.
En abril de 1939 se declaró dictador, el 7 de junio de ese año dictó
el decreto de obligación de entregar el 100 % de las divisas producto
de las exportaciones al estado, afectando a la gran minería. En agosto
de 1939 se suicidó en su casa. La sucesión fue resuelta por la fuerza
del poder militar que instaló a Carlos Quintanilla en el gobierno.
Rápidamente se dejó en suspenso el decreto del 100 % de las divisas y
se autorizó la libre exportación. El Gral. Bilbao, héroe de guerra y
probable candidato presidencial, fue vejado y exiliado del país. Las
fuerzas conservadoras se organizaron para las elecciones de 1940 y
reunidas en la llamada concordancia, proclamaron candidato a Enrique
Peñaranda que ganó las elecciones frente a José Antonio Arze, marxista.
El periodo 1935-1941 fue rico en el ámbito político y marcó el
nacimiento de los partidos que sustituirían a liberales y republicanos.
En 1935 nació el Partido Obrero Revolucionario de tendencia radical
trotskista, en 1937 Falange Socialista Boliviana inspirada en el
fascismo y la falange española. En 1940 el Partido de Izquierda
Revolucionaria de inspiración marxista soviética y en 1941-42 el
Movimiento Nacionalista Revolucionario, nacionalista con alguna
influencia fascista, que se convertiría en el partido más importante del
siglo XX.
Peñaranda llegó al gobierno coincidiendo con la segunda guerra
mundial, su gobierno se alió rápidamente a Estados Unidos e indemnizó a
la nacionalizada Standard Oil. a título de contribución con los aliados,
Bolivia tuvo que aceptar precios ridículos por el estaño en un momento
en que era el único productor mundial importante de occidente, dado que
Malasia estaba bajo control de los japoneses. Se adoptó el plan de
desarrollo planteado por el norteamericano Marvin Bohan y se creó la
Corporación Boliviana de Fomento.
Dos episodios mancharon gravemente esta gestión, el putsch nazi, una
trama hecha por un agente inglés para descalificar al MNR acusando al
Myr. Elías Belmonte de conspirar junto a la embajada alemana contra el
gobierno. En 1942 una huelga en Catavi-Siglo XX, mina de Patiño, desató
una de las mayores masacres de la historia de la minería con
intervención del ejército. El saldo fue la muerte de por lo menos una
veintena de trabajadores y medio centenar de heridos. Nunca se
conocieron cifras oficiales. En diciembre de 1943, una alianza entre una
logia militar radical denominada Razón de Patria e integrada por
jóvenes oficiales y el MNR, derrocó a Peñaranda e impuso en la
presidencia al Myr. Gualberto Villarroel.
Villarroel retomó la línea de Toro y Busch y enfrentó muy
rápidamente la hostilidad de Estados Unidos que lo acusaba de simpatías
por el nazismo. Tras seis meses de ardua negociación, el reconocimiento
vino tras obligar a la salida de Montenegro y Céspedes del gabinete,
figuras prominentes del movimientismo en el gobierno. El ministro más
importante de ese partido fue Víctor Paz Estenssoro en Economía (el MNR
estuvo fuera del gobierno entre abril y diciembre del 44). En 1944 se
creó la Federación de Mineros, liderada por Juan Lechín y en 1945 el
gobierno organizó el primer congreso indigenal, en el que se abolió el
pongueaje (régimen de explotación de los campesinos que vivían en
haciendas y eran usados gratuitamente por los hacendados). Las tensiones
políticas condujeron a algunas acciones conspirativas que produjeron
una brutal reacción del gobierno, que en 1944 asesinó fríamente en el
camino a Yungas a cuatro prominentes figuras, Luis Calvo, Félix
Capriles, Rubén Terrazas y Carlos Salinas, lo que se sumó al
ajusticiamiento de 10 insurrectos en Oruro. Estos hechos terminaron por
debilitar y acorralar al gobierno. Las fuerzas de derecha en peculiar
alianza con el PIR, organizaron acciones permanentes de protesta, hasta
que el 21 de julio de 1946 una turba invadió palacio, asesinó al
Presidente y sus dos edecanes, lanzó el cadáver por un balcón a la plaza
y lo colgó de un poste de luz. Fue el episodio más terrible en la
historia de los presidentes de Bolivia.
El periodo 1946-1952 fue el último intento por el restablecimiento
del viejo orden, primero bajo una junta civil presidida por Néstor
Guillén y luego por Tomás Monje, ambos representantes de la Corte de
Justicia. La junta convocó a elecciones que ganó muy estrechamente
Enrique Hertzog sobre Luis Fernando Guachalla. Hertzog no pudo
conjuncionar la alianza conservadora, lo que provocó siete cambios de
gabinete en un periodo de algo más de dos años. El MNR estaba en plena
organización en sectores populares y en centros mineros. El gobierno
apenas pudo impulsar obras como la carretera Cochabamba-Santa Cruz.
Finalmente, presionado por las fuerzas políticas tuvo que renunciar al
cargo a favor de su vicepresidente Mamerto Urriolagoitia aduciendo
razones de salud.
Urriolagoitia actuó con dureza, congeló salarios y prohibió el
cierre de fábricas. En política internacional negoció sin éxito una
solución a la mediterraneidad que se quebró por el pedido de Chile de
usar aguas del Titicaca para riegos en su parte norte. Presidió el censo
de 1950 que arrojó un resultado de tres millones de habitantes,
predominio rural, alto grado de analfabetismo y una población aymara y
quechua superior al 65 %. Todavía el oriente no mostraba signos de
crecimiento significativo, La Paz tenía ya 320.000 habitantes.
En 1949 el MNR se sublevó en todo el país y llegó a organizar
gobierno en Santa Cruz. La llamada guerra civil demandó una acción
violenta del ejecutivo que llegó a bombardear por aire Santa Cruz y
Cochabamba. Casi veinte días tardó en restablecer el orden. La
convocatoria a elecciones en 1951 confrontó a las fuerzas tradicionales
con el MNR. La candidatura de Paz (que estaba exilado en la Argentina) y
Hernán Siles Zuazo como vicepresidente, obtuvo el triunfo por mayoría
relativa frente a Gabriel Gosalvez. Urriolagoitia se negó a aceptar
siquiera que el parlamento se reúna para elegir Presidente y dio un
autogolpe, entregando el mando a las Fuerzas Armadas que colocaron en la
presidencia al Gral. Hugo Ballivián. Fue el interregno final antes de
la Revolución.
Ballivián convocó a elecciones, pero estas nunca se realizaron. Una
conspiración entre el ministro de Gobierno Antonio Seleme y el MNR con
Siles a la cabeza, transformó un golpe de estado en una insurrección
popular. Entre el 9 y 11de abril de 1952 se combatió fieramente en las
calles de La Paz y Oruro. El pueblo, los mineros de Milluni y
carabineros de la policía sumados a la rebelión, lograron derrotar al
ejército en heroicas acciones callejeras. El saldo del enfrentamiento
fue 490 muertos y casi 1.000 heridos.
La Revolución Nacional
El nuevo gobierno revolucionario del MNR instaló en palacio a Paz y
Siles. Las ideas gestadas en los años treinta y cuarenta comenzaban a
hacerse realidad.
El primer paso fue el decreto del voto universal el 21 de julio de
1952, con esta medida se rompía la democracia excluyente y calificada
del pasado, otorgando el voto a la mujer, a los analfabetos y haciendo
elegible a cualquier ciudadano mayor de edad. De 130.000 electores en
1951 se pasó a 960.000 en 1956.
El otro objetivo clave era tomar el control total de la economía por
la vía de descabezar a los tres grandes mineros del estaño, se
consideraba que solo un estado fuerte, dueño de sus recursos naturales y
de sus empresas de producción, podría desarrollar el país. Por eso, el
31 de octubre de 1952 Paz firmó el decreto de nacionalización de las
minas, con lo que el 80 % de los ingresos de las exportaciones y los
recursos del subsuelo pasaron a poder del estado. Acto seguido se creó
Cuminol la empresa minera estatal, se estableció el control obrero con
derecho a veto, se despidió y recontrató a todos los trabajadores lo que
le demando una fuerte erogación al erario.
En Agosto de 1953 se tomó la medida más trascendental del gobierno
revolucionario, la reforma agraria que devolvió la tierra a los
campesinos, de ese modo se incorporó a casi 2.000.000 de bolivianos a la
economía, como el voto los había incorporado a la política. Fue un paso
de liberación de la mayoría de los bolivianos.
En 1955 se dictó un nuevo código de la educación. La educación
universal y obligatoria, la instalación de núcleos escolares rurales
para los campesinos, marcaron un giro fundamental que universalizó un
derecho esencial que había estado restringido y planteado
discriminatoriamente a partir de la idea de una educación especial para
los indígenas.
Otro de los objetivos básicos de la Revolución fue la
diversificación económica y la vertebración del país. La inauguración de
la carretera Cochabamba-Santa Cruz (la primera ruta asfaltada del
país), permitió un acceso al oriente que marcó el impulso de crecimiento
de Santa Cruz de la Sierra. Se construyó un ingenio azucarero, se
impulsó la producción de petróleo hasta lograr exportarlo con el
oleoducto a Arica. Se transfirieron fondos de Comibol para todo este
proceso que si bien ayudaron a esta tarea, descapitalizaron a la empresa
de la minería.
Junto a estas medidas se vivió el nacimiento de la Central Obrera
Boliviana (abril de 1952), la creación de milicias mineras y campesinas,
el cierre del colegio militar y la baja de más de 500 oficiales para
reorganizar el ejército. El colegio militar se reabrió en 1954.
El costo de la Revolución fue alto, un proceso hiperinflacionario
que llevó al boliviano a devaluarse en un 900 % en los cuatro años de
gobierno de Paz. Los intentos de conspiración de FSB y sectores dentro
del propio MNR, condujeron a la adopción de medidas represivas sin
precedentes al abrirse campos de concentración en las minas y el
altiplano, donde se vejó y torturó a centenares de presos.
En 1956 se realizaron las primeras elecciones con voto universal.
Siles Zuazo obtuvo una abrumadora mayoría (82 %) ante el impacto de las
medidas de cambio sobre todo a favor de los indígenas. Su tarea fue
dura, implantar un programa de estabilización monetaria que superase la
crisis económica. Esto lo enfrentó a la izquierda del MNR que se opuso
al plan diseñado por el asesor norteamericano Jackson Eder. El
Presidente tuvo que iniciar una huelga de hambre para lograr su objetivo
que provocó la renuncia de Ñuflo Chávez, su vicepresidente. El plan
tuvo éxito y la moneda se estabilizó, manteniendo el tipo de cambio de
12 pesos por dólar hasta 1972. En este periodo se aprobó un nuevo código
del petróleo muy liberal para la inversión externa, se aprobó el código
de seguridad social y una ley de cooperativas.
La extraña muerte del jefe de FSB Oscar Unzaga de la Vega, que se
dijo se había suicidado en una casa donde se hallaba oculto y los hechos
de sangre de cuartel Sucre en La Paz y Terebinto en Santa Cruz,
mancharon el gobierno del Presidente Siles. En esos días se produjo la
exitosa lucha de los cruceños por las regalías del petróleo.
En 1960 se convocó a elecciones, las tensiones internas del MNR
llevaron a Paz a volver a candidatear para resolver el conflicto entre
izquierda y derecha, postergando las aspiraciones de Wálter Guevara,
quien rompió con su partido y creó el Partido Revolucionario Auténtico,
presentándose a elecciones. Paz ganó cómodamente y ocupó por segunda vez
el cargo. Paz pensó que después de los grandes cambios era necesario
institucionalizar la Revolución (el modelo mexicano fue permanente como
ejemplo para los bolivianos). Su primera medida fue una nueva
Constitución (1961) que incluyó las minas nacionalizadas como patrimonio
del estado, reconoció el voto universal y las milicias populares y
estableció la reelección. La crisis de Comibol, sujeta a graves pérdidas
y altos costos de producción por una burocracia excesiva, baja de ley
de mineral y obsolescencia tecnológica, condujo al intento de
reestructuración a través del plan triangular con la participación del
BID y el gobierno alemán. En 1962 se hizo conocer el plan decenal, el
primer plan que planteaba en el largo plazo el desarrollo del país y
establecía la premisa de lucha contra la pobreza, en la lógica del
desarrollismo bajo planificación estatal. Ese mismo año un desvío
arbitrario de las aguas del río Lauca llevó a Bolivia a romper
relaciones con Chile.
La idea equivocada de que él era el único que podía conducir el plan
decenal, llevó a Paz a ir a la reelección en 1964, lo que dividió
radicalmente a su partido y lo enfrentó con Siles, Guevara y Lechín.
Ganó la elección como candidato único con el Gral. René Barrientos como
vicepresidente, pero apenas tres meses después, en noviembre fue
derrocado por Barrientos y el Gral. Alfredo Ovando, apoyados por las
FF.AA., la oposición interna del MNR y varios sectores de la clase
media. Demasiados años de gobierno, altos niveles de corrupción y un
cierto distanciamiento con obreros y mineros, terminaron con su
gobierno.
En esos doce años la ayuda económica de los Estados Unidos fue
decisiva. Desde que en 1953 comenzó como donaciones, hasta los créditos
de los sesenta, la ayuda convirtió a Bolivia en altamente dependiente,
al punto que el tesoro vivía de esos créditos incluso para poder pagar
salarios de la administración pública.
Bajo el signo de las Fuerzas Armadas
La revolución cubana (1959) había cambiado el equilibrio de poder en
América Latina y abrió espacios para movimientos marxistas que
intentaron la toma del poder. La respuesta de Estados Unidos con Kennedy
fue la Alianza para el Progreso, pero tras su muerte fue la doctrina de
seguridad nacional, que implicó gran respaldo a los ejércitos
latinoamericanos, preparación antiguerrillera y finalmente apoyo para la
toma del poder por parte de los militares como parte de una política
anticomunista.
El gobierno de René Barrientos nació en esa lógica y en la del
desarrollismo que ya había inspirado al MNR además de la doctrina de la
CEPAL de proteccionismo y sustitución de importaciones. El gobierno de
Barrientos tuvo cuatro etapas. Noviembre 1964-mayo 1965 con una junta
que él presidió, mayo-diciembre de 1965 con la extraña figura de la
co-presidencia que compartió con el Gral. Alfredo Ovando, enero-agosto
de 1966 con el interinato de Ovando y 1966-1969 gobierno constitucional
tras su triunfo electoral.
Barrientos jugó a dos puntas, enfrentamiento implacable con obreros y
mineros que pasó por la rebaja y congelación salarial de 1965 y
creación del llamado pacto militar-campesino heredando el fuerte arraigo
del MNR en el campo. Su perfecto dominio del quechua lo ayudó en esa
tarea. Los campesinos fueron la base de su respaldo popular. El
interinato de Ovando demostró que éste era más proclive al concepto del
nacionalismo revolucionario al firmar un contrato para la instalación de
la primera fundición de estaño en el país. Barrientos organizó un
partido propio que tuvo la efímera vida de su caudillo, se alió con
viejos sectores desplazados por la Revolución y pequeños partidos de
escasa significación. En la lógica del desarrollo impulsó proyectos como
la presa hidroeléctrica de Corani, los caminos 1 y 4 de Cochabamba al
Chapare que serían la base para la ruta nueva a Santa Cruz y el contrato
de explotación de mina Matilde por una empresa norteamericana, además
de la renovación del contrato con la Gulf que había llegado a Bolivia en
los años cincuenta. En febrero de 1967 se aprobó una nueva Constitución
que ratificó las incorporaciones de 1961, pero eliminó las milicias
populares y la reelección.
El aparato represivo se oficializó con la ley de seguridad del
estado y la creación de una unidad “especializada”, el Furmod. El
episodio más trágico de esos años fue la masacre de San Juan, cuando
unidades del ejército entraron a Siglo XX la noche de San Juan de 1967 y
dispararon contra los mineros, causando la muerte de 27 trabajadores.
El argumento fue que los mineros se organizaban para apoyar a la
guerrilla del Che.
La guerrilla de Ernesto Che Guevara
En 1966 llegó a Bolivia el guerrillero argentino-cubano Ernesto Che
Guevara para organizar un foco guerrillero que se expandiera en todo el
surcontinente. Se estableció en Santa Cruz en la provincia Cordillera en
las proximidades del río Grande. El contingente de la guerrilla era de
52 efectivos, la mayoría cubanos. Entre marzo y julio de 1967 los
guerrilleros inflingieron fuertes bajas al ejército, que ante la
contingencia fue entrenado por oficiales de los boinas verdes de los
Estados Unidos y creó la unidad especializada de los Rangers. En julio
una emboscada militar aniquiló una de las dos columnas guerrilleras y en
septiembre el cerco aisló al Che. El 8 de octubre el Che fue capturado y
el 9 fue muerto por un oscuro suboficial por orden del Presidente
Barrientos y los comandantes Ovando y Juan José Torres. La victoria del
ejército fue total y la guerrilla fue destruida.
Militares entre la derecha y la izquierda
El 27 de abril de 1969 el Presidente murió al chocar su helicóptero
contra cables de alta tensión en Arque (Cochabamba). Lo sucedió su
vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas. Siles llegó al mando sin poder
real y bajo la presión militar jefaturizada por Ovando. Disolvió el
Furmod y respetó escrupulosamente la Constitución, integró a Bolivia al
Pacto Andino al firmar el Acuerdo de Cartagena rumbo a una integración
económica indispensable para el desarrollo de la región. En agosto de
1969 se inauguró el canal estatal de televisión que había sido
planificado en el gobierno de Barrientos.
La caída de Siles, fácilmente predecible, se produjo en septiembre
de 1969. En incruento golpe Ovando tomó el poder y organizó un gabinete
mixto entre jóvenes intelectuales de izquierda -entre los que se
destacaba Marcelo Quiroga Santa Cruz- y militares. La medida
trascendental de Ovando fue la nacionalización de la Gulf que revirtió
al estado los importantes campos gasíferos que permitieron en 1972 el
contrato de venta de gas a la Argentina. El gobierno abrió relaciones
con los países socialistas comenzando por la Unión Soviética. El
ministro José Ortiz Mercado presentó un proyecto de ley de bases del
poder ejecutivo y un plan de desarrollo que retomaba las líneas del plan
decenal.
La gestión de Ovando se vio sacudida por la guerrilla de Teoponte,
un grupo de jóvenes cristianos y marxistas que se internaron en la selva
al norte de La Paz y fueron cazados como moscas por el ejército hasta
su aniquilación total. Las muertes de los esposos Alexander, Jaime Otero
y Jorge Soliz, que se le achacaron al gobierno, debilitaron su sustento
hasta que en octubre de 1970 se produjo la crisis. Un grupo de
militares de derecha bajo el liderazgo del Gral. Rogelio Miranda pidió
la salida de Ovando, quien renunció, pero un golpe de mano del Gral.
Juan José Torres que tomó la base aérea de El Alto cambio las cosas, los
obreros con una huelga apoyaron a Torres que tomó el poder después de
un fugaz triunvirato militar instalado por Miranda.
Torres mantuvo la línea nacional-revolucionaria de Ovando en medio
de una creciente polarización del país y la acción descontrolada de los
sectores de la izquierda radical. La inauguración de la fundición de
estaño de Vinto, la reversión del contrato de mina Matilde y la creación
de las corporaciones de desarrollo, fueron las escasas acciones
administrativas de un régimen cercado por las posiciones extremas. El
cuarto congreso de la COB (mayo de 1970) propuso el camino al socialismo
y a los trabajadores como vanguardia de ese proceso. En junio de 1971
esas ideas se llevaron a la práctica con la creación de la Asamblea
Popular que pretendía sustituir al parlamento (cerrado desde 1969), con
la participación de mineros, fabriles, campesinos, intelectuales y
universitarios. La Asamblea presidida por Lechín inauguró sesiones pero
nunca pudo deliberar realmente.
Precisamente en 1971 se creó el Partido Socialista bajo la
conducción de Marcelo Quiroga Santa Cruz y el Movimiento de la Izquierda
Revolucionaria que jugaría un importante papel contra la dictadura de
Banzer y en la construcción democrática posterior.
A estas alturas las posiciones ideológicas eran irreversibles, por
un lado la izquierda cada vez más radicalizada, por la otra la derecha
respaldada por el sector más fuerte de las FF.AA., los empresarios, la
creciente clase media urbana que temía una ruta irreversible al
comunismo, las dictaduras de Argentina y Brasil y por supuesto los
Estados Unidos. La toma de el periódico El Diario, las tomas de
haciendas en Santa Cruz a manos de Oscar Zamora Medinacelli de filiación
maoista (fue candidato vicepresidencial del Gral. Hugo Banzer en 1993),
la expulsión del Cuerpo de Paz y la liberación de Regis Debray
(condenado a 30 años de cárcel por su participación en la guerrilla del
Che), terminaron por hacer estallar la rebelión. El Cnl. Banzer logró
aglutinar en torno suyo a los dos partidos más importantes de entonces,
el MNR de Paz Estenssoro (del que se había dividido el MNRI de Siles
Zuazo) y FSB.
El 19 de agosto de 1971 se produjo el golpe que terminó el 21 de ese
mes con el triunfo de los insurrectos, el saldo sangriento tras los
enfrentamientos en La Paz y Santa Cruz fue de casi 100 muertos y medio
millar de heridos. El nuevo gobierno declaró ilegales a los partidos de
izquierda, canceló el funcionamiento de la COB y toda organización
sindical, clausuró las universidades y envió al exilio a centenares de
bolivianos. En sus primeros años de gestión fue implacable y férreo en
su acción contra los opositores.
Banzer se inscribió en la cara militar del nacionalismo, con el
ingrediente fuertemente anticomunista de la época. Estatista y
desarrollista en economía, se vio beneficiado por el extraordinario
nivel de precios de las materias primas (el estaño llegó a cotizarse en
ocho dólares la libra fina) y una gran apertura de créditos
internacionales. Sobre esta realidad pudo mantener un nivel de
crecimiento económico muy alto que se reflejó en un promedio de 5.8 % de
crecimiento del PIB de manera sostenida entre 1971 y 1976 en que la
economía comenzó a declinar de manera preocupante. Previamente tuvo que
devaluar la moneda, lo que modificó el cambio después de 16 años y
produjo una convulsión social importante. El gobierno creó
simultáneamente nuevas empresas productivas estatales, (hilandería,
aceites, automotriz, etc.) y una legislación de apertura a la inversión
externa como la ley de inversiones y la de hidrocarburos. Con una
proyección equivocada de crecimiento de la producción petrolera, se
lanzó a un proyecto de ampliación de exportaciones que tuvo que
suspenderse ante la demanda de consumo interno. En cambio, las
exploraciones demostraron que Bolivia es un país básicamente gasifero.
La venta de gas a la Argentina en 1972 representó un importante ingreso
para el erario nacional. Se produjo un boom de la construcción en
propiedad horizontal, particularmente en La Paz. Santa Cruz inició un
despegue económico sin precedentes, aunque con algunos proyectos
fallidos como el del algodón. Se llevaron adelante obras públicas de
magnitud como la autopista La Paz-El Alto, la refinería de Palmasola,
varios edificios públicos de gran envergadura en la sede de gobierno, se
instalaron nuevos sistemas de telecomunicaciones y se compraron varios
aviones nuevos para el Lloyd Aéreo Boliviano. La inversión pública fue
intensa, pero el endeudamiento externo fue el más alto del siglo, al
multiplicar la deuda en casi seis veces. Se redactaron nuevos códigos
que sustituyeron al paquete de códigos dictado por Andrés de Santa Cruz,
en materia civil, penal y de familia.
Se organizó el censo de 1976 que estableció una población de 4,6
millones de habitantes, una población urbana que se equilibraba
progresivamente con la rural que aún era mayoría con el 58 %, un notable
crecimiento de la ciudad de Santa Cruz (290.000 habitantes) y un
proceso importante de migración de los Andes al oriente.
En noviembre de 1974 Banzer rompió con los partidos que lo apoyaban,
los excluyó del gobierno y se apoyó exclusivamente en el respaldo de
las FF.AA. La violencia desde el estado se tradujo en la masacre de
Tolata en 1974, con un saldo de varios muertos ante las protestas por
las medidas económicas del gobierno, el asesinato del Cnl. Andrés
Selich, ex ministro del Interior de ese mismo gobierno y la
participación de Bolivia en la llamada Operación Cóndor con las
dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que generó una
acción represiva común con muertes y desapariciones. En 1976 fue
asesinado en Buenos Aires el expresidente Torres, la oposición acusó al
gobierno de ser el autor intelectual de ese crimen.
En 1975 el gobierno hizo la propuesta más seria de solución al
problema marítimo con Chile. Tras el abrazo con Augusto Pinochet en
Charaña, se reanudaron relaciones con ese país, la propuesta de un
puerto al norte de Arica con un corredor soberano para Bolivia fue
rechazada por Chile y las relaciones volvieron a suspenderse. En 1977,
ante la presión interna y externa, Banzer convocó a elecciones que ganó
como producto de un fraude monumental su delfín el Gral. Juan Pereda,
frente a la pujante Unidad Democrática y Popular, una coalición de
izquierda liderada por Siles Zuazo. Las elecciones fueron anuladas,
Pereda respondió derrocando a Banzer en julio de 1978. ).
Democracia y estado liberal
El gobierno de la UDP tuvo dos caras, estuvo signado por la
incapacidad de administrar la grave crisis económica que los militares
dejaron como herencia y por una vocación democrática que salvó el
difícil proceso que se iniciaba. Con minoría en el congreso, una dura
oposición de MNR y ADN y una presión insoportable de la COB y los
trabajadores al mando de Lechín, el ejecutivo se encontró huérfano,
adicionalmente el MIR en una muestra de inmadurez política abandonó el
gobierno a los pocos meses de haber impuesto a través de su ministro
Ernesto Aranibar la desdolarización que llevó al desastre a miles de
pequeños ahorristas.
En menos de dos años la situación económica tocó fondo. La
producción cayó en un 40 %, las exportaciones descendieron de 1.030 a
670 millones de dólares, el pib decreció hasta el límite de - 4,5 % en
1983, la inflación pasó de 123 % en 1982 a 8.767 % en 1985. Las reservas
monetarias llegaron a cero. Las huelgas, bloqueos y marchas llegaron al
paroxismo, el Banco Central paró 51 días, le cortaron el agua y la luz
al palacio de gobierno y la casa presidencial. En marzo de 1984, 12.000
mineros tomaron y paralizaron la ciudad de La Paz. En junio el
Presidente fue secuestrado por diez horas en un intento frustrado de
golpe. La situación se hizo insostenible, el Presidente Siles hizo una
nueva huelga de hambre sin éxito, la iglesia le pidió una actitud de
desprendimiento que se tradujo en la renuncia a un año de su mandato y
la convocatoria a elecciones.
En 1985 Hugo Banzer ganó la elección por mayoría relativa frente a
Paz Estenssoro que obtuvo el segundo lugar. El caos económico provocó un
retorno del votante de la izquierda al centro y a la derecha. Pero el
congreso no ratificó a Banzer, eligió a Paz, por primera vez el segundo
en el voto era ungido Presidente.
Paz comenzó su gobierno con una frase dramática pero real “Bolivia
se nos muere”. Un equipo económico al mando por Gonzalo Sánchez de
Lozada (presidente del senado, luego ministro de Planeamiento) diseñó un
decreto con medidas económicas que se conoció para la historia por su
número, el 21060. Era el comienzo de una nueva política económica en el
país. El decreto planteaba una reducción del déficit fiscal mediante el
congelamiento salarial y un aumento radical del precio de la gasolina
(que cubrió en casi un 50 % los ingresos del tesoro por varios años), el
cambio real y flexible del dólar a partir del mecanismo del bolsín, una
subasta diaria de dólares en función de oferta y demanda, libre
contratación, reducción de personal del estado, liberalización total del
mercado y reforma tributaria. La medida fue rechazada por la COB que
fue a la huelga, el gobierno respondió con el estado de sitio y
confinamiento de dirigentes (Lechín terminó su carrera sindical
renunciando en 1987 a la secretaría ejecutiva de la COB). El peso que
había llegado a cotizarse en 1.800.000 por dólar fue sustituido por el
boliviano, con seis ceros menos. Las medidas tuvieron éxito gracias a
una alianza entre Paz y Banzer (octubre de 1985) en el llamado Pacto por
la Democracia que le dio al gobierno mayoría en el parlamento y le
permitió aprobar las leyes que requería.
En 1986 la brutal caída de los precios del estaño forzó al gobierno
al despido masivo de los mineros de Comibol (casi 23.000), lo que
provocó una marcha desde Oruro a La Paz de más de 10.000 trabajadores
que mediante el estado de sitio fueron detenidos por el ejército a medio
camino. Fue el ultimo intento por salvar la minería nacionalizada. La
explosión de la actividad del narcotráfico y la plantación de coca
excedentaria que se había iniciado en la última etapa del gobierno de
Banzer, llegó a niveles muy graves en los gobiernos militares de
principios de los ochenta. La exportación de droga hacia los Estados
Unidos y Europa llevó las relaciones de Bolivia con Estados Unidos a un
grado de extrema dependencia y de condicionamiento por el tema
coca-cocaína. Esto impulso al gobierno a dictar la ley 1008, instrumento
implacable contra el tráfico de cocaína y producción ilegal de coca,
así como la intervención de militares de EE.UU. en acciones
absolutamente ineficaces contra el narcotráfico.
En 1987 se realizaron elecciones municipales, recuperando una
tradición rota por la Revolución de 1952. El fortalecimiento de la
democracia municipal fue clave para darle mayor poder directo al
ciudadano. Desde entonces los procesos electorales municipales se
realizaron regularmente.
En 1988 nacieron dos partidos populistas, Conciencia de Patria de
Carlos Palenque un exfolklorista y notable comunicador que logró
aglutinar a su alrededor a los sectores más desposeídos del occidente de
Bolivia y Unidad Cívica Solidaridad de Max Fernández, empresario
cervecero que sobre la base del poder de la CBN logró un respaldo de
voto importante en sectores populares del valle y los llanos del país.
Paz Estenssoro terminó su gobierno habiendo logrado derrotar la
hiperinflación y estabilizar la economía, una tarea que parecía
imposible al iniciar su gestión, aunque el costo social traducido en un
alto desempleo y un bajo nivel adquisitivo de los salarios fue muy alto.
Las elecciones de 1989 contaron con un inesperado candidato, Gonzalo
Sánchez de Lozada del MNR que ganó las elecciones por corto margen a
Hugo Banzer. La ulterior elección en el congreso dio lugar a una
sorprendente alianza entre Banzer y Jaime Paz Zamora, jefe del MIR,
antiguos enemigos ideológicos aparentemente irreconciliables. Esa
alianza le dio la presidencia a Jaime Paz que llegó al mando de la
nación a pesar de haber sido tercero con apenas el 19 % de los votos
populares.
El gobierno de Paz Zamora fue de sostenimiento, mantuvo la
estabilidad económica y logró un crecimiento promedio del 3.4 % del pib,
el más alto en los últimos quince años. La estructura de las
exportaciones cambió, pasó de la casi exclusividad de minerales (estaño,
zinc, tungsteno, plomo y plata) al gas en los años ochenta y a los
llamados no tradicionales en los noventa, fundamentalmente soya y en
menor medida madera. El gobierno no se atrevió a encarar su mayor
desafío, un proceso de privatización que anunció y no realizó. El
tropiezo mayor fue la concesión del litio en el salar de Uyuni que no se
hizo ante presión de sectores radicales de los comités cívicos.
En 1992 se realizó el censo de población y vivienda, arrojando un
total de 6.4 millones de habitantes, una mayor población urbana que
rural (57-43 %) y un crecimiento espectacular de Santa Cruz, consolidada
como segunda ciudad del país y primera economía de la nación. El
analfabetismo que en 1950 era superior al 70 % había caído al 20 %.
Comenzó a ser importante el tema de la defensa de la ecología que
requirió de una nueva legislación en este ámbito, como la ley de medio
ambiente de 1992 y el reconocimiento de los derechos de los indígenas
del oriente tras las marcha por el territorio y dignidad (1990), que
estableció el concepto de territorios indígenas en esa región del país.
Los acuerdos políticos de 1992 permitieron la sustitución de una
Corte Electoral seriamente cuestionada y el nombramiento de una nueva,
que garantizó desde entonces elecciones limpias y libres de toda
sospecha. Se comprometió también la aprobación de modificaciones a la
Constitución política y se establecieron las bases de una reforma
educativa. En el ámbito de la lucha contra las drogas, Paz Zamora
planteó la idea de que coca no es cocaína, lo que lo enfrentó a Estados
Unidos. Un nombramiento equivocado del jefe de la fuerza contra las
drogas (FELCN), determinó la intervención abierta del embajador de
Estados Unidos que obligó al Presidente a destituir a ese funcionario,
al ministro del Interior y al comandante de la policía. Años después
EE.UU. le quitó su visa de ingreso por supuestas vinculaciones con el
narcotráfico. A fines de 1990 en un operativo para rescatar al
empresario secuestrado Jorge Lonsdale, la policía mató a sangre fría a
tres terroristas del grupo Néstor Paz Zamora que hicieron el secuestro,
además de torturar y matar a otro terrorista en prisión.
En las elecciones de 1993 triunfó por segunda vez, pero en esta
ocasión con holgura Gonzalo Sánchez de Lozada, frente a Hugo Banzer. El
gobierno de Jaime Paz, aliado con ADN, estaba muy desgastado y acusado
de creciente corrupción. Sánchez de Lozada y el MNR, presentaron un
ambicioso programa de cambios estructurales que buscaban consolidar el
giro de Bolivia a la economía de mercado. Para ello se alió con UCS y
con el MBL de Antonio Araníbar y Miguel Urioste. Los tres pilares
fundamentales del programa eran la capitalización, la participación
popular y la reforma educativa.
La capitalización implicó la venta del 50 % de las acciones de las
seis principales empresas del estado, YPFB, ENFE (ferrocarriles), ENDE
(electricidad), ENAF (fundiciones), ENTEL (telecomunicaciones) y LAB
(línea aérea). Este proceso representó un ingreso de 1.671 millones de
dólares por el 50 % de esas empresas, el otro 50 % se destinó a
inversión social directa traducida en acciones para todos los bolivianos
mayores de 21 años en 1995 y en el pago a todos los mayores de 65 años
de un bono anual individual denominado bonosol, el primero y único se
pagó en 1997 por una valor de 248 dólares. Acusado de ser una medida
electoral, el bono fue suspendido en el gobierno del Presidente Banzer.
La participación popular se transformó en una ley que implicaba la
territorialización de los municipios (se establecieron 311 en el país),
se repartieron fondos de la participación que salían de un 20 % de los
ingresos nacionales y del 100 % de los ingresos municipales, los fondos
del estado central se repartían en función de la población de cada
municipio. Esto representó la posibilidad del ciudadano de administrar
los fondos de su municipio y decidir sobre ellos. Municipios que antes
recibían unos pocos miles de bolivianos pasaron a recibir millones
(Villa Tunari por ejem
Para empezar, Bolivia nacía a la vida independiente el 6 de agosto
de 1825 en el congreso que se llevó a cabo en Chuquisaca, fúndanla
república de Bolivia en homenaje al libertador, cuyo nombre fue
propuesto por el presbítero Manuel Martín Cruz, la cual fue cambiada el 3
de octubre del mismo año por República de Bolivia. La salida del
Mariscal Sucre de Bolivia y la presión del Gral. Agustín Gamarra que
tras invadir el país pretendía la anexión de Bolivia al Perú, abrió un
tiempo complejo y altamente inestable en el país en el periodo abril de
1828- mayo de 1829. Los interinatos del Gral. José María Pérez de
Urdininea y el Gral. José Miguel de Velasco, dieron lugar a la reunión
de una asamblea general en diciembre de 1828 que dejó sin efecto la
primera elección del Mcal. Andrés de Santa Cruz (agosto de 1828) y
eligió Presidente al Gral. Pedro Blanco, cuya tendencia era aceptar las
presiones de Gamarra y la influencia decisiva del Perú en el destino de
la joven nación. El asesinato de Blanco apenas cinco días después de su
posesión cambió dramáticamente el rumbo de las cosas. La asamblea
reconoció la elección original de Santa Cruz y entregó el mando al Gral.
Velasco que había sido elegido su vicepresidente. Santa Cruz llegó a
Bolivia en mayo de 1829 y el 24 de ese mes fue posesionado como
Presidente constitucional de Bolivia.
Con esta decisión, la tensión entre Gamarra y Santa Cruz, que
reflejaba la posición anexionista del Perú (Gamarra) y la
integracionista de Bolivia (Santa Cruz) se resolvería por el segundo
camino.
Andrés de Santa Cruz
Santa Cruz fue el verdadero constructor de la nación. Hasta su
llegada al mando el país estaba sumido en el desorden, el déficit fiscal
crónico, un ejército incipiente y desorganizado y una absoluta carencia
de base institucional y legal. El único punto de referencia era la
Constitución bolivariana proclamada en 1826. Los dos objetivos
fundamentales del Mariscal de Zepita fueron la consolidación y
fortalecimiento del país y hacer posible la confederación entre Bolivia y
Perú.
Entre 1829 y 1835, Santa Cruz emprendió una tarea verdaderamente
titánica. En su gobierno se dictaron dos constituciones, la de 1831 y la
de 1834 que sustituyeron la concebida por el Libertador. La tarea de
redacción de códigos inspirados en los códigos napoleónicos, colocó a
Bolivia a la vanguardia de las naciones sudamericanas al ser el primer
país del continente en contar con códigos civil, penal, de
procedimientos, mercantil y de minería. En 1831 creó el departamento de
Tarija que había decidido voluntariamente integrarse a Bolivia
rechazando la opción de formar parte de la Argentina.
Su obra económica partió de la idea de ordenar el manejo del erario
público votando los presupuestos en el congreso y manejando el tesoro
con gran escrupulosidad. El ministro José María de Lara se ocupó de ese
trabajo. Esa sola medida superó los graves déficits fiscales anteriores.
Su política económica fue inicialmente proteccionista en un intento de
impulsar la industria (particularmente textil), pero progresivamente fue
abriendo fronteras en la medida en que la producción local no era
competitiva. Fomentó la producción minera y en particular la de oro.
Creó el primer banco del país, el Banco de Circulación y varios de
rescate de minerales. Consciente de la importancia que tenía para el
país una vinculación con el mar, declaró al puerto La Mar (Cobija), como
puerto franco con un arancel único y lo visitó personalmente.
Regularizó la propiedad de la tierra en el agro declarando propietarios a
los caciques que demostraran posesión de por lo menos diez años de sus
tierras. La creación de la moneda feble (acuñación de moneda con menor
ley del metal de plata) fue a la larga contraproducente, pues terminó
desvalorizando la moneda boliviana, generando un valor artificial e
inflacionario al circulante. En sus nueve años y medio de gobierno
promovió dos censos, el de 1831 y el de 1835. La población bordeaba el
millón de habitantes.
En la educación superior creó la primera universidad en tiempo de la
República, la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz (1831) y luego
la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba (1832).
Su imponente personalidad y la tarea de organizador le ganó el
respeto de naciones europeas con las que abrió relaciones como
Inglaterra y Francia o americanas como Estados Unidos.
Si bien el ejército boliviano nació al regularizarse las fuerzas
revolucionarias que nos dieron la independencia, el verdadero
ordenamiento militar se dio a partir de 1829 con un reglamento estricto,
la contratación de oficiales extranjeros como Otto Felipe Braun y
otros. En pocos años su modernización y pertrechamiento lo convirtió en
una de las fuerzas militares más poderosas de Sudamérica.
La Confederación Perú-Boliviana
En 1835 Bolivia era una nación respetada en el continente,
organizada y respaldada por leyes modernas, con una economía estable y
poder militar significativo. En esas circunstancias Santa Cruz hizo
realidad el sueño de su vida. El Mariscal de Zepita fue el único
gobernante sudamericano que logró aplicar un proyecto integracionista.
Se basaba en un pasado común, raíces históricas y culturales que se
remontaban al periodo prehispánico, pre-inca e inca (el origen mítico
del imperio en el Titicaca) y casi 250 años de historia colonial bajo el
Virreinato del Perú. Los elementos comunes entre ambas naciones
justificaban sobradamente la idea crucista.
Ante el caos reinante en un Perú dividido, su Presidente José
Orbegoso casi inerme pidió apoyo a Santa Cruz. Las tropas bolivianas
cruzaron el desaguadero en 1835. Los triunfos militares de Yanacocha
frente a Gamarra y Socabaya frente a Santiago Salaverry consolidaron su
poder en el sur, lo que le permitía encarar su gran proyecto. Para
equilibrar el peso específico de los países confederados dividió al Perú
en dos, norte con capital en Huaura y sur con capital en Sicuani.
Bolivia mantenía su integridad. Reunió tres congresos, uno en Huaura,
otro en Sicuani y otro en Tapacarí (Bolivia) que aprobaron la creación
del nuevo estado confederado y nombraron a Santa Cruz su Supremo
Protector. El 28 de octubre de 1836 se ratificó el pacto de la
Confederación Perú-Boliviana.
Muy pronto surgieron las presiones externas, el dictador Rosas de la
Argentina intentó intervenir en Bolivia pero sus fuerzas fueron
derrotadas brillantemente por Braun en las batallas de Iruya y
Montenegro. Pero el peligro más grande venía de Chile. Diego Portales,
ministro del Presidente Fernando Errázuriz, planteó la tesis de que la
única posibilidad de supervivencia de Chile en el futuro era la
destrucción de la Confederación que era en todo superior a su patria. En
1837 Chile declaró la guerra y envió al Gral. Manuel Blanco Encalada
que desembarcó en Ilo y atacó Arequipa. Santa Cruz lo rodeó y lo
paralizó totalmente. Ingenuamente, el Protector le perdonó la vida y le
permitió volver a Chile con un mensaje de paz que el congreso chileno no
consideró. En 1839 el Gral. Manuel Bulnes desembarcó en el norte de
Lima y derrotó a Santa Cruz en la batalla de Yungay. La oposición
peruana y boliviana aprovecharon la oportunidad para hundir la
Confederación y derrocar a Santa Cruz que no pudo volver a Bolivia ante
el golpe de estado protagonizado por Velasco, que en el colmo de su
anticrucismo envió una carta de felicitación a Bulnes a nombre del nuevo
gobierno boliviano.
La consolidación de la independencia. Ingavi
Entre 1839 y 1841 Bolivia se sumió en el desorden y en el peligroso
trance de su desaparición como estado soberano. Velasco gobernó un país
en permanente conmoción. Al principio el gobierno de la “restauración”
dictó una nueva Constitución (1839) y oficializó a Sucre como capital de
la república. Enfrentó en su corto periodo el asedió del Gral. José
Ballivián con fuertes aspiraciones presidenciales y de los seguidores de
Santa Cruz que impulsaban la recuperación del mando arrebatado para
éste. Ballivián fue desterrado a Perú y aliado con Gamarra emprendió una
aventura en la que el peruano alimentaba de nuevo la idea de anexar
Bolivia al Perú. En junio de 1841 Velasco fue derrocado. Entre junio y
septiembre de ese año los precarios y breves gobiernos del Gral.
Sebastián Agreda y luego de Mariano Enrique Calvo (nominalmente el
primer Presidente civil de Bolivia) instalados en Cochabamba, ambos a
nombre del depuesto Santa Cruz, terminaron ante la imposibilidad del
Mariscal de volver a Bolivia. La fuerza militar de Ballivián tomó La Paz
y proclamó a su jefe. Pero Gamarra una vez en Bolivia rompió con
Ballivián y amenazó al país. Velasco desde el sur le ofreció sus tropas a
Ballivián dejando de lado sus enconos personales y en noviembre de 1841
en los campos de Ingavi, Ballivián derrotó a Gamarra que murió en
combate. Fue el último intento peruano por lograr la anexión, este
triunfo militar significó la consolidación definitiva de la
independencia boliviana.
El militarismo. Entre aristocracia y populismo
Los seis años de gobierno de José Ballivián, descendiente de una
aristocrática familia paceña, se inscriben en la continuidad de la línea
crucista. Impulsó la educación, fortaleció las políticas de minería
aumentando los bancos mineros de rescate y desarrolló una veta de
proteccionismo económico a través del incremento de impuestos de
importación de varios productos, estos son algunos rasgos que definen
este periodo en el que comenzó el auge de la producción de cascarilla o
quina. La quina se usaba en el mundo como medicamento para curar la
fiebre terciana y reportó importantes ingresos al país. También
aparecieron los primeros indicios de la explotación de guano en el
Pacífico. La obra de Ballivián es fundamental en la integración del
noreste boliviano. La creación del departamento de Beni que incluía las
misiones de Mojos (1842) fue un paso fundamental, así como las
exploraciones e investigaciones de ese territorio promovidas
Durante su gobierno Arica, igual que en el periodo colonial, volvió a
ser el puerto natural de exportación e importación de Bolivia, con un
tratamiento preferencial logrado en acuerdo con el gobierno de Perú.
A lo largo de su mandato, los intentos permanentes de su enemigo
personal, el Gral. Manuel Isidoro Belzu por derrocarlo, culminaron en
una escalada subversiva en 1847 que terminó en diciembre con el ingreso
triunfal de Belzu a La Paz. El 23 de ese mes Ballivián resignó el mando
en la figura del Gral. Eusebio Guilarte que apenas diez días después,
fue derrocado por el Gral. Velasco quien tras nueve meses de precaria
administración, poco pudo hacer como no fuera mantenerse en el mando
hasta ser derrotado en diciembre de 1848 por Belzu en la batalla de
Yamparáez.
Belzu marcó un giro en el relacionamiento del gobernante con su
sociedad. Era hostil a la aristocracia chuquisaqueña y planteó un nuevo
lenguaje que algún historiador ha definido como “socialismo cristiano”.
Se proclamó defensor de los desposeídos, especialmente de los artesanos,
atacó la propiedad privada, pero por sobre todo llevó adelante una
política proteccionista radical, mucho mayor que la de sus antecesores
que en algunos aspectos habían aplicado políticas económicas eclécticas.
Sus medidas fueron aranceles contra la manufactura inglesa, leyes que
prohibían a los extranjeros ejercer el comercio y creó monopolios de
producción estatal. La producción de quina llegó a su momento de mayor
auge hasta convertirse en uno de los items más importantes de ingreso
para las arcas fiscales. En este periodo comenzó a renacer la minería
que durante los primeros años de la república había atravesado una grave
crisis. los cambios tecnológicos en Europa y Estados Unidos,
permitieron la rehabilitación de minas inundadas y el comienzo aún
incipiente de nuevos procesos industriales. En 1854 se realizó el quinto
censo en periodo republicano, arrojando una población de 1.544.300
habitantes para un territorio mayor a los dos millones de km2. Por todo
ello, el Presidente se convirtió casi en un mito para los más pobres que
lo conocían como el “Tata”
Uno de los más pintorescos episodios de nuestro pasado atribuido
erróneamente a Mariano Melgarejo, ocurrió en realidad en la gestión de
Belzu. Un incidente surgido por el encarcelamiento de un comerciante
norteamericano, provocó la intervención del embajador de la Gran Bretaña
que fue expulsado del país, el móvil básico era en realidad la
intransigente política proteccionista del gobierno, lo que provocó la
ira del imperio británico y la supuesta frase de la reina Victoria que
tachando a Bolivia del mapa afirmó “a partir de hoy Bolivia no existe
para el imperio británico”.
Su gestión estuvo signada por la turbulenta inestabilidad. El
Presidente sufrió un atentado protagonizado por el Cnl. Agustín Morales
en Sucre que casi le cuesta la vida. José María Linares conspiró
constantemente contra el gobierno, igual lo hicieron Ballivián, Velasco y
el Gral. José María Achá. Hastiado de estas tensiones, convocó a
elecciones que ganó en 1855 su yerno el Gral. Jorge Córdoba. Ninguno de
los rasgos esenciales del gobierno de su mentor cambiaron, ni en la
orientación de proteccionismo económico, ni en una administración que
arrojó un interesante superávit en el tesoro del país. La diferencia
estaba en la personalidad más bien débil de Córdoba. Pero es evidente
que las ideas cada vez más proclives al liberalismo económico comenzaron
a penetrar con fuerza en Bolivia. La debilidad de Córdoba terminó por
doblegar a su gobierno. Las permanentes intentonas de Linares culminaron
exitosamente en el triunfo militar de sus tropas sobre las del gobierno
en Cochabamba.
Linares. Civil, dictador y moralista
El 9 de setiembre de 1857 Linares llegó a la presidencia. De hecho
fue realmente el primer Presidente civil del país, ya que Calvo tuvo un
paso efímero por la primera magistratura.
Igual que Belzu, Linares impuso su fuerte impronta personal.
Obsesionado por el ascetismo, la moralidad y la necesidad de orden como
norma de conducta primordial, supeditó todo criterio a estas premisas y
muy pronto se declaró dictador (setiembre de 1858), con la idea de que
ese era un mecanismo político indispensable para aplicar su programa de
limpieza ética. Por primera vez desde el nacimiento de la república
consideró que el ejército era un lastre de gasto y foco permanente de
sedición, por lo que redujo drásticamente sus efectivos (de 6.000 a
1.200) y su presupuesto. Comenzó por dar ejemplo de austeridad al
reducir su salario y el de su personal de gobierno. Estableció una
secante centralización administrativa a través de la creación de la caja
central de pagamentos.
Mientras la quina declinaba, la minería se fortalecía con el uso de
las maquinas de vapor, vagonetas y carriles. Comenzaban a consolidar su
gran poder económico los grandes mineros de la época, Aniceto Arce,
Gregorio Pacheco y José Avelino Aramayo, cuyo rol protagónico en
política vendría después de la guerra del Pacífico. En 1857 se
descubrieron los primeros depósitos de nitrato en el Litoral y comenzó
el crecimiento demográfico y económico de la región, pero el control de
este desarrollo económico estaba en manos de capitalistas ingleses y
chilenos, no bolivianos.
Linares abrió el camino hacia el librecambismo que fue una tendencia
casi inalterable de allí hasta el fin de la guerra del Chaco, si bien
su gobierno alentó todavía restricciones en el comercio del mercurio y
la acuñación de moneda.
Bolivia, que había nacido a la vida independiente con una mayoría
abrumadora de población quechua-aymara en el área rural del altiplano y
los valles interandinos, vivía en buena parte del tributo indígena que
en 1860 representaba el 36% de los ingresos del erario, más del doble
que cualquier otro rubro. El tributo obligatorio no implicaba ninguna
retribución del estado a las comunidades indígenas, postergadas y
totalmente fuera del circuito económico del país como no fuera para
pagar sus tributos. La situación de los indios sin embargo, no había
llegado todavía a su punto más crítico.
La política intransigente de Linares terminó por generar la
conspiración. El fusilamiento de un sacerdote acusado de corrupción y
las sanciones implacables para las contravenciones a la ley, dieron
lugar a un alto grado de descontento en los sectores acostumbrados a
medrar del poder.
Entre la inestabilidad, la dictadura y el librecambismo
Ante la presión del belcismo que acosó sin tregua su gobierno, el
dictador convocó a un congreso que le aceptara la dimisión y eligiera a
su sucesor, el congreso nunca se reunió, un golpe de estado (enero de
1861) protagonizado por sus más estrechos colaboradores, dio lugar a la
primera junta de gobierno de nuestra historia, integrada por quien fuera
su ministro José María Achá, el también ministro de origen argentino
Ruperto Fernández y Manuel Antonio Sánchez. La junta duró apenas tres
meses, de ella fue elegido Presidente el Gral. Achá quien tomó el mando
en mayo de 1861.
La fuerte presión expansionista chilena en el Litoral, por la
instalación de intereses chilenos y brasileños en la explotación del
salitre, comenzó a generar conflictos de límites propiciados por Chile
para copar la rica región salitrera y guanera de Mejillones. Una
intención de declaratoria de guerra del congreso boliviano impulsada por
el patricio Rafael Bustillo no prosperó.
En octubre de 1861 la acción represiva del Cnl. Plácido Yáñez que a
título de sofocar una rebelión detuvo y encarceló a más de medio
centenar de ciudadanos, entre ellos el expresidente Córdoba, terminó en
una implacable masacre en la que fueron asesinados el propio Córdoba y
más de sesenta militares y civiles. Días después, Yáñez fue ajusticiado
por una poblada que lo linchó en la misma plaza principal de La Paz.
La política agraria tuvo un importante giro con el decreto de 1863
que apelaba a la legislación de 1825 y 1831, que reconocía la propiedad
de la tierra por parte de los indígenas, aunque establecía que las
tierras libres se podían subastar. Los diezmos fueron sustituidos (1861)
por un impuesto territorial.
Después de las elecciones de 1862 que ganó en medio de acusaciones
de fraude, Achá quiso convocar a elecciones libres en las que debían
participar las principales facciones políticas, los “rojos” influidos
por las ideas del linarismo y los populistas, fanáticos seguidores de
Isidoro Belzu.
La ascendente figura del Gral. Mariano Melgarejo, hombre violento,
primario y de impulsos temerarios, con fuerte ascendiente en el
ejército, culminó en diciembre de 1864 con la toma del cuartel de los
húsares que desató la rebelión total y la caída de Achá.
Melgarejo gobernó seis largos años. Más allá de sus características
personales que implicaron la aplicación de la arbitrariedad dictatorial y
la frecuencia de episodios bochornosos transformados en insólitas
anécdotas que han hecho historia, Melgarejo fue respaldado por la elite
minera en pleno ascenso, aplicó de manera franca una política económica
librecambista con libertad plena para las exportaciones. Ejercitó una
política agraria que marcó la destrucción sistemática de la propiedad de
las comunidades originarias, que había respetado incluso la colonia
española. En 1866 estableció que las tierras debían consolidarse
mediante un pago de entre 25 y 100 pesos, si este pago no se cumplía,
las tierras indígenas pasaban a propiedad del estado en un plazo de
sesenta días. Esta determinación fue el comienzo del más grande despojo
de tierras de comunidad en toda la historia republicana.
La espectacular expansión del crecimiento mundial y los cambios
tecnológicos trajeron consigo un impacto directo de inversión externa en
la costa boliviana, lo que determinó que por primera vez un gobierno
boliviano recibiera ofertas concretas de inversión que implicaban
concesiones de derechos y aún de territorio a cambio de ingresos sin
antecedentes en las rentas del país, estancadas por décadas.
Esto condujo al nefasto tratado de 1866 en el que Bolivia aceptaba
la explotación conjunta con Chile recibiendo al 50 % las riquezas
obtenidas que eran bolivianas en su integridad. En 1867 firmó con Brasil
un tratado por el que cedía el acceso directo al río Madeira y perdía
una superficie de casi 300.000 km2.
A favor de este gobierno hay que reconocer la inserción de
maquinaria de vapor, por ejemplo en el trabajo de la Casa de la Moneda
de Potosí.
En 1865 se produjo el mayor levantamiento contra Melgarejo, liderado
por Belzu quien logró copar La Paz y tomar triunfante el palacio de
gobierno donde se hallaba Melgarejo. En un confuso episodio, Melgarejo o
uno de sus hombres disparó contra el caudillo triunfante y lo asesinó,
revirtiendo la situación en su favor, lo que le permitió mantenerse en
el poder hasta 1871.
La extrema violencia de Melgarejo que había sido acompañado por su
“super ministro” Mariano Donato Muñoz en la aplicación de su política
económica, terminó por aislarlo totalmente. En noviembre de 1870 se
produjo un levantamiento comandado por el Gral. Agustín Morales y el Dr.
Casimiro Corral. Tras largas escaramuzas, en enero de 1871 Melgarejo
fue derrocado y Morales accedió al mando.
Morales, hombre de carácter inestable, condujo una política
plenamente liberal en el tratamiento a la minería, al punto que anuló el
monopolio del estado en la exportación de la plata, cuya importancia
era cada vez más creciente en la economía nacional. Eliminó la moneda
feble que el estado había mantenido desde los tiempos de Santa Cruz y
como consecuencia de ello creó el Banco Nacional con el objetivo de
reorganizar el sistema monetario nacional.
La política agraria de Morales por iniciativa de Casimiro Corral,
revirtió las disposiciones de Melgarejo. En 1871 se restituyó la
propiedad indígena, sin trámites ni pago alguno, tal como estaba antes
de los decretos de Melgarejo. La medida duró poco por las
determinaciones de los sucesivos gobiernos liberales.
Como otros muchos gobiernos de facto que le antecedieron, Morales
hizo aprobar una nueva Constitución (1861) y convocó a elecciones que
ganó. En 1872 su sobrino Federico Lafaye, a quien había vejado en el
salón rojo de palacio de gobierno, le descerrajó dos tiros y le quitó la
vida. Reunido de emergencia, el parlamento nombró Presidente
constitucional interino a Tomás Frías.
Frías, cuyo espíritu legalista era muy evidente, aceptó el mando con
el único objeto de convocar a elecciones generales y gobernó solo cinco
meses. Las elecciones de 1873 fueron las primeras en la que realmente
puede hablarse de pluralidad. Aunque el sistema electoral era de voto
restringido -no podían votar las mujeres ni los analfabetos y no podían
ser electos quienes no tuvieran una determinada renta- hasta entonces
las elecciones habían sido un simple formalismo para legitimar gobiernos
de facto o respaldar a los candidatos oficiales. Compitieron el Cnel.
Adolfo Ballivián y el Dr. Casimiro Corral. Sobre 16.674 votos emitidos,
Ballivián obtuvo el 38,6 % y Corral el 33,7 %. Por primera vez el
parlamento tuvo que elegir Presidente al no haber obtenido ninguno
mayoría absoluta. Los congresales ratificaron el triunfo por mayoría
relativa de Ballivián.
En este breve periodo se ratificó un tratado secreto de defensa
entre Bolivia y Perú que se había negociado en 1872 y que sería clave en
el conflicto que se avecinaba. El mandato de Ballivián fue breve, un
cáncer acabó con la vida del Presidente apenas ocho meses después de
haberse posesionado. Representante de la elite criolla, el Presidente
buscó obtener un crédito en Europa que le permitiera reestructurar la
diversidad de deudas contraídas por anteriores gobiernos. Uno de los
objetivos era también comprar dos blindados que pudieran inaugurar la
armada boliviana sin presencia alguna en el Pacífico, ambas ideas fueron
desechadas por el congreso que fue cerrado por el Presidente. La caída
de la plata ante la creciente adopción del patrón oro, condujo a
eliminar casi todo gravamen sobre este mineral, favoreciendo los
intereses de los empresarios mineros.
A la muerte del Presidente volvió al mando Tomás Frías por el
mecanismo de sucesión establecido en la Constitución, que hacía
Presidente al presidente del consejo de estado. Frías enfrentaba una
debilidad intrínseca al no contar con el respaldo militar y al no estar
totalmente integrado con las elites de la minería, pero en lo relativo
al problema agrario la posición de su gobierno ratificó el carácter de
las leyes de Melgarejo. En 1874 sobre el argumento de la necesidad de
modernizar y mecanizar la producción agrícola del país, en el más puro
ideario liberal, Frías ratificó la propiedad indígena, pero estableció
el concepto de propiedad individual, la necesidad de refrendar esa
propiedad con un título, su capacidad de venta y transacción y la
instalación de una revisita que establecería las características exactas
de propiedad.
Durante todo este periodo se ofrecieron inversiones en el Litoral
como el contrato Church o el López Gama para la construcción de un
ferrocarril o la supuesta inversión de dos millones de libras
esterlinas, que nunca se concretaron. Las concesiones de explotación
minera en la mayoría de los casos no reportaron beneficio alguno al
estado y fueron frecuentemente negociados.
Cuando se preparaban elecciones para 1876, el Gral. Hilarión Daza
que había sido protegido de Frías desencadenó un golpe de estado y se
hizo del poder. Frías dejó el mando sin oponer resistencia alguna.
La guerra del Pacífico
El gobierno de Daza coincide con uno de los momentos más dramáticos
de toda la historia boliviana, el conflicto bélico del Pacífico
desencadenado por los intereses expansionistas de Chile, la presencia
mayoritaria de súbditos chilenos en nuestro territorio, la dificultad de
vinculación de nuestra costa con el centro político económico ubicado
en las alturas de los Andes, los voraces intereses del imperialismo
inglés ligado a capitales y políticos de Chile y la sucesión de tratados
que fueron aprovechados por Chile para sacar ventajes en la región. La
decisión del gobierno de Daza -atribulado por una espantosa sequía y una
epidemia de peste que azotaron el país y lo dejaron desabastecido- de
imponer un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado, fue
el detonante del conflicto. Chile apelando a un tratado de 1874 que
eximía a las empresas exportadoras de todo gravamen, decidió la invasión
de Antofagasta el 14 de febrero de 1879.
Los derechos bolivianos sobre el Pacífico vienen de la etapa
prehispánica, probada por la presencia de Tiahuanacu en el Litoral y la
expansión incaica posterior. El virreinato del Perú definió claramente
sus límites al sur en el paralelo 25 a la altura del Paposo (valle de
Copiapó). Este límite fue heredado por Bolivia como consta en toda la
cartografía internacional de la época. La superficie del Litoral era de
aproximadamente 120.000 km2. Si bien era parte del departamento de
Potosí, tenía un estatus equivalente al de un departamento al tener su
propio prefecto. Su capital era Cobija, pero sus centros más importantes
eran Antofagasta y Caracoles. En el momento de la guerra su población
aproximada era de 15.000 habitantes. Los productos fundamentales de la
región eran el guano, el salitre y la plata, verdaderos móviles del
conflicto.
Militarmente Bolivia tenía una gran desventaja, ausencia absoluta de
naves de guerra en el mar. La invasión de Antofagasta fue muy fácil,
Bolivia carecía de fuerza militar allí y la mayoría de la población era
de origen chileno. El 26 de febrero, anoticiado el gobierno del hecho se
aprestó a organizar la defensa. El rápido avance de Chile al interior
del territorio determinó la heroica acción de Eduardo Abaroa, Ladislao
Cabrera y un puñado de bolivianos en Calama. El 23 de marzo de 1879, un
destacamento de medio millar de tropas chilenas atacó el pueblo
defendido por algo más de un centenar de bolivianos. Abaroa defendió el
pequeño puente del río Topater, ofrendando su vida en esa defensa.
El embajador boliviano Serapio Reyes Ortiz viajó a Lima para pedir
la ejecución del tratado secreto de defensa mutua de 1873. Chile declaró
la guerra al Perú que entró en el conflicto. Durante todo 1879 la
campaña en el mar tuvo como gran protagonista al monitor peruano Huáscar
y a su intrépido almirante Miguel Grau, que durante seis meses jaqueó a
la armada y a los puertos chilenos con varias acciones exitosas, entre
ellas el hundimiento del barco chileno Esmeralda. Finalmente en octubre,
todos los barcos de guerra de Chile persiguieron y hundieron al heroico
Huáscar, acción en la que murió Grau. Esa derrota fue decisiva para el
control del mar por parte de Chile. En noviembre los chilenos atacaron
Pisagua, puerto peruano defendido por tropas peru-bolivianas. La toma de
Pisagua abrió la brecha del ataque a territorio del Perú.
El Presidente peruano Mariano Ignacio Prado tomó el mando general de
las acciones. Hilarión Daza se trasladó a Tacna con un contingente de
6.252 efectivos. Seis meses después de un tedioso estacionamiento en esa
ciudad, Daza se movió para apoyar al Gral. peruano Buendía en la
defensa de Iquique. Extrañamente a medio camino, en un lugar llamado
Camarones, el contingente boliviano se detuvo y retornó a Arica. Esta
defección aún inexplicable, minó seriamente el prestigio del Presidente
boliviano y fue un duro golpe a la moral de los aliados. Buendía fue
derrotado en la batalla de San Francisco en la que casi 11.000 aliados
enfrentaron a 6.500 chilenos parapetados en las alturas de una colina
que no pudo ser tomada, a pesar de los bravos esfuerzos de algunos
contingentes aliados por tomar la plaza.
Pocos días después en Tarapacá los aliados se anotaron el único
triunfo importante de la contienda, al derrotar sin atenuantes a 4.000
soldados chilenos a quienes obligaron a retirarse, tras dejar centenares
de muertos y heridos en el campo. En tanto, el Gral. Narciso Campero
organizó en Bolivia la quinta división para apoyar las operaciones
aliadas en el desierto de Atacama. Entre octubre de 1879 y enero de 1880
la división recorrió errática más de 1.000 km., con un triunfo aislado
en Tambillos y la inexplicable decisión de no atacar Calama.
Pero la retirada de Camarones y el desastre de San Francisco
decidieron la suerte de Prado y Daza. El peruano marchó a Europa con el
peregrino argumento de que iba a comprar algunos blindados para su
armada. A los pocos días fue derrocado por Nicolás de Piérola. Daza fue
depuesto en Arica por los coroneles Lizardo Montero del Perú y Eliodoro
Camacho de Bolivia. El profundo descontento popular por los resultados
bélicos llevó al país a la confusión, una junta de gobierno organizada
en La Paz por Uladislao Silva pretendió hacerse del poder sin éxito.
Tras varias escaramuzas, finalmente primó la razón y esa misma junta
decidió nombrar como Presidente provisional al Gral. Campero precedido
de un gran prestigio por su formación académica militar en Francia.
Campero llegó a Tacna como jefe supremo del ejército aliado y emprendió
camino para enfrentar a los chilenos en el llamado Alto de la Alianza,
el punto clave de defensa de la ciudad de Tacna. Fue la mayor
confrontación militar del desierto, 19.000 efectivos chilenos
enfrentaron a 12.000 aliados el 26 de mayo de 1880. La intervención
valiente de los regimientos Colorados de Bolivia, Murillo y Zapadores no
fue suficiente para frenar la ofensiva chilena en la que la caballería
de Yavar tuvo un papel decisivo. Más de 5.000 hombres entre muertos y
heridos quedaron regados en el campo. Los aliados fueron derrotados y
Tacna tomada. El ejército boliviano se replegó a las montañas y Bolivia
se retiró de la guerra. Chile tomó Arica e invadió Lima. La guerra
terminó en 1883 después de casi un año y medio de intervención chilena
al Perú. Bolivia perdió su acceso soberano al océano Pacífico y todo el
territorio del Litoral que fue ocupado por Chile.
La República oligárquica. Los conservadores
La derrota en el Pacífico y la mutilación de nuestro brazo
territorial con acceso al mar causó una herida que Bolivia no pudo
cerrar hasta hoy, con un daño económico incalculable, pero además cortó
nítidamente la historia de nuestro siglo XIX. El periodo de
inestabilidad crónica y el militarismo recurrente fueron sustituidos por
un nuevo proyecto de estado. La elite dominante decidió organizar la
nación sobre el modelo demoliberal y tomar directamente las riendas del
poder. Así nació lo que se ha denominado el estado oligárquico. Este
cambio tenía que ver con la consolidación del poder minero de la plata,
que implicó una opción de recuperación económica después de un largo
periodo de depresión y estancamiento (1840-1880).
El 26 de mayo de 1880, significativamente el mismo día de la derrota
final de Bolivia en el Alto de la Alianza, se reunió la convención que
cambió el destino boliviano. Hombres como Arce, Pacheco, Mariano
Baptista, Severo Fernández Alonso, Nataniel Aguirre, Belisario Salinas o
Modesto Omiste, aprobaron una nueva Constitución, la décimo primera del
país, que en realidad era la ratificación, salvo un artículo, de la
aprobada en el gobierno de Daza en 1878. Este texto marcaba la
reafirmación liberal de la vocación de las elites. Conceptualmente
individualista, mantuvo el criterio de los derechos y garantías de la
persona y subrayó el derecho sagrado de la propiedad privada. Recuperó
la figura vicepresidencial, incluyendo dos vicepresidencias y el sistema
bicameral. Pero la trascendencia de la Constitución del 80 la
determinaron los hechos. Ha sido la Constitución con mayor vigencia en
nuestra historia (1880-1938), salvo las modificaciones puntuales de 1921
y de 1931. Esa misma convención eligió Presidente constitucional a
Narciso Campero que hasta entonces ocupaba el cargo provisionalmente.
La fuerte vinculación de los mineros de la plata con capitales
chilenos, determinó dos líneas de razonamiento, la necesidad de cerrar
la página de la guerra en la línea del pacifismo y tomar una postura de
acercamiento a Chile para intentar sacar ventajas pragmáticas de esa
situación. La otra línea defendida por un sector del país representado
en el parlamento, sostuvo la postura guerrista que se fue diluyendo en
gran medida por la evidente inferioridad de condición económica y
militar de Bolivia con relación a Chile.
Este momento coincide también con el nacimiento de los partidos
políticos como estructuras organizadas. El gran ideólogo del periodo es
Eliodoro Camacho que estableció de manera orgánica los principios del
ideario liberal, que serían la base ideológica de los partidos hasta la
guerra del Chaco. Libertad política, económica e individual era el
trípode de esas ideas. La confrontación entre liberales y conservadores
era de facciones personales, de grupos de poder, de intereses económicos
y de región. Los conservadores eran conocidos entonces como demócratas
(Pacheco) y constitucionales (Arce) y representaban intereses
individuales, que resolvieron en la elección de 1884 el poder de la
plata y la fuerza del sur. Los liberales de Camacho tenían mucha mayor
unidad ideológica, terminarían representando el poder del estaño y los
intereses del norte (La Paz-Oruro).
La tarea de Campero fue el restañamiento de las heridas económicas
dejadas por la guerra, la sequía y la peste, recuperación que tuvo que
ver con la modernización del sector minero y el auge de los precios
internacionales de la plata. Las elecciones de 1884 llevaron al poder a
Pacheco. Fue una contienda reñida con otro minero, Aniceto Arce. El
poder económico de los mineros pudo más que el liberalismo, pero fue una
elección relativamente libre dentro del marco del voto restringido
(40.000 votantes en un país de 1.600.000 habitantes). El congreso
ratificó a Pacheco, que había ganado por mayoría relativa. Por primera
vez en la historia un gran empresario ocupaba el solio presidencial.
La disminución de la importancia del tributo indígena para el
erario, facilitó la política de expoliación de las tierras de comunidad
iniciada por Melgarejo, se abrió la economía extractiva al mercado
mundial, tanto para la exportación de productos como para la importación
de capital y tecnología. Esta realidad implicó también un proceso de
modernización relativa en el ámbito urbano a partir de la llegada del
ferrocarril, la energía eléctrica y el telégrafo. La minería dio el
salto básico de su modernización técnica y de producción que no se
detendría hasta mediados del siglo XX. Pero ni el gobierno de Campero ni
el de Pacheco pudieron equilibrar el déficit fiscal, sino hasta el
postrer año de administración de este último.
Las elecciones de 1888 mostraron la obvia preferencia y manipulación
del oficialismo por el candidato Arce que había hecho un “pacto de
caballeros” con Pacheco para garantizar su presidencia. Arce fue sin
duda la gran figura de los conservadores, su energía creadora y su
decisión de llevar adelante sus ideas contra cualquier obstáculo,
permitió que pudiese consolidar la inserción boliviana en el mercado
internacional con la creación de bancos como los dos hipotecarios y la
promulgación de la primera ley de bancos. Pero la obra magna de Arce fue
la construcción del ferrocarril entre Ascotán (límite con el
departamento de Litoral en poder de Chile), que conectaba con el
construido hacia Antofagasta por la compañía salitrera de Antofagasta y
tenía su destino final boliviano en Oruro. El ferrocarril permitía mayor
eficiencia de exportación de los minerales bolivianos, en buena parte
de propiedad del propio Arce, pero la línea férrea no se detuvo en
Huanchaca sino en Oruro. El 15 de mayo de 1892 el Presidente remachó el
último clavo de la riel en la estación de Oruro, a pesar de la fuerte
oposición de quienes decían que esa línea era el mejor camino para la
invasión chilena. Fue uno de los pasos decisivos hacia la modernización y
vinculación externa de Bolivia. Obsesionado por la vinculación interna
trabajó en la carretera Sucre-Potosí y Sucre-Cochabamba, la obra mayor
en estas vías fue el hermoso puente Arce. En 1889 se instaló la primera
línea telefónica.
En 1892 fue electo en las condiciones más irregulares, con
persecución de parlamentarios opositores y una aprobación ilegitima en
el congreso, Mariano Baptista.
En 1894 al retorno de Daza para justificarse ante el país, se
produjo su asesinato en Uyuni, hecho que nunca pudo esclarecerse. En
1895 se firmó un nuevo tratado con Chile que reconocía soberanía de ese
país sobre el Litoral usurpado y en el que Chile se comprometía a ceder
un puerto soberano a Bolivia. El gobierno se preocupó por la educación
técnica en coordinación con la iglesia a través de las escuelas de artes
y oficios.
En 1896 los conservadores se reprodujeron en el poder bloqueando
toda posibilidad liberal, con la elección de Severo Fernández Alonso,
esta vez frente al Cnl. José Manuel Pando que sustituyó como candidato a
Eliodoro Camacho. A Alonso le tocó enfrentar el dislocamiento entre
norte y sur. Un año antes de la hecatombe, en 1897 se exhibió la primera
película cinematográfica en La Paz.
La guerra federal
En 1898 la aprobación de la ley de radicatoria que forzaba al
Presidente a permanecer en Sucre y pedir autorización para salir de la
capital, fue el detonante de una confrontación que esperaban La Paz y
los liberales. Una junta organizada en La Paz declaró el federalismo.
Alonso partió a Oruro para sofocar la rebelión. Los federales fueron
comandados por Pando, quien de modo audaz se alió con los indígenas
aymaras liderados por Pablo Zárate Willka. La guerra dejó un saldo de
por lo menos 1.300 víctimas entre muertos y heridos. Las tropas
chuquisaqueñas cometieron abusos muy graves, como la masacre de 90
indígenas en Santa Rosa. En Corocoro fueron hostigados y expulsados
cuando intentaban pertrecharse. En enero de 1899 Pando derrotó a Alonso
en la batalla del primer crucero y lo obligó a desistir de su idea de
atacar La Paz. Los saldos del ejército de Alonso fueron masacrados sin
piedad por los comunarios aymaras en Ayo Ayo, el episodio que recuerdan
con mayor sentimiento en Chuquisaca. Pero el hecho más terrible fue el
de Mohoza, pueblo en el que 130 efectivos del ejército liberal de Pando
que a pesar de ser aliados, fueron masacrados por los indios al mando de
Lorenzo Ramírez. En abril, en las proximidades de Oruro, en la batalla
denominada del segundo crucero Pando derrotó definitivamente a Alonso,
hecho que lo obligó a renunciar a la presidencia. 4.000 combatientes se
enfrentaron allí. La actuación de Zárate y sus hombres fue decisiva para
la victoria. La evidencia de que los indios tenían su propio proyecto
de una gran insurrección reivindicando sus derechos sobre la tierra,
hizo que Pando se deshiciera de Zárate a quien apresó junto a otros
líderes indígenas. Zárate fue muerto en extrañas circunstancias en 1903.
La junta integrada por Pando, Serapio Reyes Ortiz y Macario Pinilla,
gobernó entre abril y octubre de l899.
La bandera federal se arrió casi tan pronto como se había izado. Los
liberales tomaron el poder y La Paz se convirtió de hecho en sede de
gobierno. En octubre de 1899 Pando fue elegido Presidente por la
convención nacional en Oruro.
SIGLO XX (1900-2000)
La república oligárquica. Los liberales
Pando abrió el ciclo de veintiún años de gobiernos liberales, con
una mentalidad modernizadora que marcó una nueva preeminencia de la
economía y de la geopolítica interna de Bolivia, estableciendo el
liderazgo de La Paz que tendría vigencia a lo largo de todo el siglo XX.
En 1900 se produjo un hecho crucial para la economía boliviana,
Simón I. Patiño descubrió en la mina La Salvadora (Llallagüa), la veta
de estaño más rica del mundo, comenzaba así la era del estaño en el
país. Simultáneamente, los precios internacionales de la plata se
derrumbaron y la minería boliviana de la plata colapsó, coincidiendo con
el auge del estaño y los usos múltiples de este producto en el mundo.
En poco más de dos décadas los llamados barones del estaño Simón Patiño,
Carlos Víctor Aramayo y Mauricio Hoschild, se convirtieron en un poder
económico y político decisivo en el país.
La guerra del Acre
El descubrimiento del árbol de la goma y su explotación (Antonio
Vaca Diez desde 1876), determinó un auge económico muy importante entre
1890 y 1920, al punto que en las primeras décadas del siglo fue el
segundo ingreso mayor después de los minerales. El éxito de la goma
generó muy pronto problemas de límites en el norte en la frontera con
Brasil. Los filibusteros, con el beneplácito del gobierno del Presidente
brasileño Francisco Rodríguez Alves, pretendieron independizarse de
Bolivia. Con un alto sentido de responsabilidad Pando decidió
combatirlos y con un destacamento se dirigió al ignoto norte, en un
viaje que en si mismo era una verdadera odisea. En la zona de Cachuela
Esperanza y Riberalta en el Beni, se alzaba el imperio de Nicolás
Suárez, el Patiño de la goma, quien pertrechó la columna Porvenir y
colaboró al gobierno. La crisis bélica (1902-1903) con antecedentes en
las expediciones de Muñoz, Lucio Pérez Velasco e Ismael Montes que
tuvieron éxitos como el de Riosinho, Capueiro y Bagué, culminó cuando
Brasil decidió intervenir en el conflicto, forzando al débil ejército de
Pando a la negociación, pero las acciones del Presidente boliviano
deben destacarse por sus éxitos militares y las dificultades que se vio
obligado a superar en una expedición de meses desde los Andes hasta la
amazonía. En 1903 en Petrópolis (Brasil), ambos países firmaron un
tratado por el que se cedía el territorio del Acre a cambio de una
compensación económica de dos millones de libras esterlinas y un
ferrocarril .
Ismael Montes y la continuación del ciclo liberal
En 1904 fue elegido Ismael Montes quien nada más comenzar su
gobierno tuvo que afrontar una de las más grandes responsabilidades
históricas que hubiese tenido un mandatario boliviano, el tratado de
1904. El congreso debatió duramente el tema y a pesar de una fuerte
oposición (Miguel Ramírez, Pastor Saínz, Fernando Campero, Román Paz,
entre otros), la mayoría liberal se impuso. Se acordó la cesión a
perpetuidad a Chile del Litoral a cambio del libre tránsito de
mercaderías, la construcción del ferrocarril Arica- La Paz y 300.000
libras esterlinas. El mar a cambio de un plato de lentejas, fue la
decisión pragmática de los liberales.
El dinero recibido de Brasil y Chile permitió al liberalismo un
importante trabajo de modernización de las principales ciudades,
particularmente La Paz. Se comenzaron vías férreas como La Paz-Beni,
Viacha-Oruro, Oruro-Cochabamba, Oruro-Potosí y Potosí-Tupiza, un proceso
vital de vertebración del territorio occidental.
El país se adecuó al patrón oro y se crearon nuevos bancos. Comenzó
una etapa de bonanza económica apoyada por el auge gomero y estañifero.
En el ámbito de la educación se contrató la misión belga presidida por
Georges Rouma, que modificó curriculums y modernizó la educación
nacional, instalando la primera normal para la formación de maestros. En
lo religioso se aceptó la libertad de cultos.
En las elecciones de 1908 ganó Fernando Guachalla quien no pudo
posesionarse al morir días antes de la transmisión del mando. Montes
decidió prorrogar un año más su mandato de manera totalmente ilegal. Le
sucedió Eliodoro Villazón quien ganó los comicios de 1909. El gobierno
de Villazón fue uno de los más tranquilos y prósperos que haya tenido el
país. Gozó de una economía en bonanza y en crecimiento, tuvo sucesivos
superavits en los presupuestos nacionales, las exportaciones crecieron
en más del 50 % y se instalaron tranvías en La Paz y Cochabamba. El
gobierno contrató una misión alemana presidida por el Gral. Hans Kundt
para modernizar el ejército, en una línea permanente de renovación
militar que sostuvieron los gobiernos liberales. A diferencia de sus
antecesores, respetó escrupulosamente la Constitución y los derechos
ciudadanos, sin la presión de movimientos subversivos que había sido y
sería una constante histórica.
En esa época surgieron las obras de Franz Tamayo y Alcides Arguedas
que contrapusieron visiones de la sociedad, Tamayo en un vitalismo
exaltador de los valores indígenas, Arguedas en una demoledora crítica
al conjunto de la sociedad que perfilaría años después (1919) en Pueblo
Enfermo. Dos importantes periódicos nacieron en el periodo liberal, el
oficialista El Diario y el republicano La Razón.
En 1913 Montes volvió al poder en medio de una altísima popularidad,
pero le tocó afrontar la crisis producida por la primera guerra
mundial, tuvo que reformar el sistema financiero estableciendo que el
único banco con capacidad para emitir moneda era el Banco de la Nación.
La medida generó fuertes protestas, sumada a la contracción económica
como producto de la caída de las exportaciones. Incluso se tuvo que
suspender temporalmente el pago de la deuda externa. (1913-1916), pero
en 1916 la situación se revirtió y el Presidente se ufanó de que por
primera vez se superaron los 100 millones de pesos en exportaciones.
La situación en el agro se mantuvo inalterable, la expoliación de
las tierras de comunidad no trajo consigo una modernización ni
ampliación productiva, pero sí crecieron los terratenientes, entre ellos
los presidentes Pando y Montes. El descontento indígena se expresó de
nuevo con el levantamiento de Pacajes de 1914.
En 1917, igual que ocurrió con el último gobierno conservador, llegó
a la presidencia por la vía electoral José Gutiérrez Guerra, un hombre
tranquilo, más bien débil y con escaso ascendiente. Las pugnas entre
liberales nacidas ya en 1904 con Pérez Velasco, culminaron con la
escisión definitiva y el nacimiento del Partido Republicano en 1915, con
figuras claves como el propio expresidente Pando y los futuros
presidentes Bautista Saavedra y Daniel Salamanca. El asesinato del Gral.
Pando en 1917 abrió una brecha insalvable, el crimen nunca esclarecido
se achacó al gobierno y fue el san benito que ligó Gutiérrez desde el
comienzo de su mandato.
Gutiérrez impulsó la llamada educación indigenal que era el primer
esfuerzo por ocuparse de un tema central que solo resolvería la
revolución nacional. En 1920 voló el primer avión en el país.
Continuaron las obras de integración vial y se firmó el primer contrato
de concesión de áreas para la explotación petrolera con la
norteamericana Richmond Levering en el departamento de Santa Cruz.
En esos años comenzaron a surgir las primeras organizaciones
gremiales en el ámbito de los ferroviarios y gráficos, llegaron
incipientes las ideas anarquistas y socialistas y se organizaron las
primeras federaciones obreras locales. El fracaso de la gestión de
Montes ante la Sociedad de Naciones para reivindicar el mar y el fallido
juicio de responsabilidades al expresidente, descompuso definitivamente
el clima político.
La guerra del Chaco
La llegada de Salamanca al gobierno marca un terrible camino en el
destino de Bolivia. El Presidente creía que el país debía redimirse en
el Chaco. El conflicto limítrofe con Paraguay tenía que ver con una
región despoblada cuyos límites establecidos después de la
independencia, comenzaron a precisarse mediante tratados a partir de
1879. Se trata de un triángulo con el río Parapetí al norte, el río
Pilcomayo al oeste y el río Paraguay al este, ambos cursos de agua hacen
vértice en la capital paraguaya, Asunción. Tras cuatro intentos
fallidos -Bolivia reivindicaba el territorio hasta el propio límite de
Asunción y Paraguay hasta el río Parapetí- el tema quedó en litigio
hasta estallar primero en 1928 y luego en 1932 con el combate por la
laguna Chuquisaca (Pitiantuta), que dio origen a la guerra en junio de
1932.
La guerra tuvo cuatro fases, la primera entre junio y diciembre de
1932, ambos países se preparaban para el combate en gran escala, fue la
primera ofensiva boliviana y toma de los fortines paraguayos Toledo,
Corrales y Boquerón. En Boquerón el Tte. Cnel. Manuel Marzana y 650
soldados bolivianos, escribieron una de las páginas más heroicas de
nuestra historia militar, defendieron por más de un mes el fortín
asediado hasta por 11.500 soldados paraguayos, que finalmente tomaron el
fortín defendido hasta el último aliento. La respuesta paraguaya fue la
retoma de los tres fortines y las victorias en Arce y Alihuatá, apenas
paliadas por la exitosa defensa de Kilómetro Siete bajo el mando de
Bernardino Bilbao Rioja. Estos hechos forzaron a Salamanca, bajo presión
popular, a llamar a Hans Kundt general alemán que había estado varias
veces en Bolivia, a quien le entregó el mando del ejército.
La segunda fase de la guerra, diciembre 1932-diciembre 1933, fue de
total ofensiva boliviana con la toma de Platanillos, Loa, retoma de
Toledo, Arce, Alihuatá y el avance sobre Campo Jordán y Gondra. Su
objetivo específico era la toma de Nanawa, el fortín defensivo paraguayo
más al sur al que llegaron los bolivianos. En julio de 1933, 9.000
soldados bolivianos atacaron a 9.000 paraguayos en Nanawa sin éxito, con
más de 2.000 bajas bolivianas. Entre agosto y diciembre de 1933 el
comandante paraguayo Gral. José Félix Estigarribia contraatacó y retomó
Campo Grande, Alihuatá y Campo Vía, este último el peor desastre militar
boliviano en la guerra, con la caída de dos divisiones,7.500 hombres
con todo su armamento. Solo se salvó un destacamento de 3.000 hombres al
mando del Gral. Enrique Peñaranda. Salamanca destituyó a Kundt y bajo
presión de los oficiales en el frente nombró comandante en jefe a
Peñaranda.
La tercera fase, diciembre de 1933 a enero de 1935, fue de incesante
ofensiva paraguaya, que logró de manera fulminante hacer retroceder al
ejército boliviano y llegó al río Parapetí tras haber tomado Picuiba,
Carandaití y el centro de operaciones Ballivián, previamente destruido
por los bolivianos. El mayor éxito nacional en ese periodo fue Cañada
Strongest con un saldo de 1.400 prisioneros paraguayos. En noviembre de
1934, el Presidente Salamanca que había tenido pésimas relaciones con el
alto mando durante toda la guerra, fue derrocado cuando visitaba el
frente en Villamontes, rodeado por todo el mando en campaña que lo
obligó a dimitir. Su vicepresidente José Luis Tejada Sorzano se hizo de
la presidencia.
La última fase del conflicto, enero a julio de 1935, fue la defensa
de Villamontes organizada exitosamente por el Cnel. Bilbao Rioja, que
frenó en seco a Estigarribia y salvó el petróleo boliviano. En julio del
35 se hizo un acuerdo de alto el fuego y recién en 1938 se firmó la
paz. La idea de que el petróleo fue un móvil importante es relativa ya
que nunca se encontró petróleo en el Chaco. Paraguay contó en todo el
conflicto con la ayuda argentina cuyos intereses en territorio paraguayo
eran muy importantes.
El péndulo entre viejo orden y Revolución
La guerra dejó una terrible sensación de fracaso en el país, pero
sobre todo despertó una nueva conciencia en una sociedad que se
confrontó por primera vez en el campo de batalla con la realidad de sus
diferencias étnicas y sociales, la clase media estuvo cara a cara con la
mayoría quechua aymara que no sabía por qué y por quien peleaba.
Simultáneamente, las corrientes de pensamiento europeas, marxismo y
fascismo penetraban en la sensibilidad de una joven elite intelectual.
En este contexto, en mayo de 1936 se produjo el golpe de estado
protagonizado por el Cnl. David Toro que había integrado el mando en la
guerra, que marcó dos cosas, la intención de los militares de evitar
cualquier fiscalización de los civiles a su fracaso en la guerra y el
giro hacia ideas nacionalistas que serían decisivas en la historia del
siglo XX. La corriente abierta por Toro se definió como “socialismo
militar”, era en realidad una línea nacionalista no exenta de las ideas
fascistas en boga entonces. La medida fundamental de su gobierno fue la
nacionalización del petróleo, expulsando a la Standard Oil, fue la
primera nacionalización que se hizo en toda América Latina.
Paralelamente creó Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB),
la empresa estatal del petróleo. Amplió sustancialmente el número de
ministerios, creó el ministerio de Trabajo y colocó en el cargo a un
obrero fabril, Waldo Álvarez, que aprobó el código de trabajo e hizo la
sindicalización obligatoria, creó también el ministerio de Minas y
Petróleos. Fue un salto importante en la lógica de una sociedad
excluyente y elitaria en el manejo del poder. Creó también, al estilo de
la Alemania nazi, el rubro de propaganda dependiente de RR.EE. Era en
un sentido mucho más abierto que el de Siles, la irrupción de una nueva
generación que se hacía cargo de los asuntos del estado. Los socialistas
de Enrique Baldivieso acompañaron a Toro en este esfuerzo. La caída de
su gobierno como un frágil castillo de naipes en julio de 1937, hace
pensar que estuvo siempre hipotecado a la fuerte personalidad y la
popularidad arrolladora de su protegido el Tte. Cnl. Germán Busch, héroe
de guerra, temerario y de carácter volatil. Llegó a la presidencia a
los 33 años.
Busch demostró muy pronto que no era fácilmente manejable y mantuvo
la línea de Toro. No tuvo contemplaciones con los opositores, desterró a
Saavedra y sofocó un levantamiento de Toro fusilando a uno de los
sublevados, llamó a palacio y golpeó sin contemplaciones al viejo
escritor Alcides Arguedas que lo criticaba. A su lado se alinearon
intelectuales de la talla de Baldivieso, Augusto Céspedes y Carlos
Montenegro. En su gobierno se firmó la paz con el Paraguay, en lo
económico tuvo que combatir un proceso de inflación moderada. El 24 de
septiembre de 1938 creó el departamento de Pando consolidando la unidad
política del país hasta hoy.
En 1938 convocó a una asamblea constituyente para modificar en
esencia la Constitución de 1880 que solo había sufrido cambios parciales
en 1921 y 1931. La asamblea reunió a una generación distinta y fue tan
importante como la del 80. Allí estuvieron Renato Riverín, Valdivieso,
Céspedes, Carlos Medinacelli, Fernando Siñani y los futuros presidentes
Walter Guevara y Víctor Paz Estenssoro. El nuevo texto cambió la
orientación liberal de la carta magna y subrayó la responsabilidad
social del estado, limitó la propiedad privada insertando el concepto de
la propiedad como derecho social, planteó la obligatoriedad de salud y
educación por parte estatal. Era el comienzo de la era del
intervencionismo estatal.
En abril de 1939 se declaró dictador, el 7 de junio de ese año dictó
el decreto de obligación de entregar el 100 % de las divisas producto
de las exportaciones al estado, afectando a la gran minería. En agosto
de 1939 se suicidó en su casa. La sucesión fue resuelta por la fuerza
del poder militar que instaló a Carlos Quintanilla en el gobierno.
Rápidamente se dejó en suspenso el decreto del 100 % de las divisas y
se autorizó la libre exportación. El Gral. Bilbao, héroe de guerra y
probable candidato presidencial, fue vejado y exiliado del país. Las
fuerzas conservadoras se organizaron para las elecciones de 1940 y
reunidas en la llamada concordancia, proclamaron candidato a Enrique
Peñaranda que ganó las elecciones frente a José Antonio Arze, marxista.
El periodo 1935-1941 fue rico en el ámbito político y marcó el
nacimiento de los partidos que sustituirían a liberales y republicanos.
En 1935 nació el Partido Obrero Revolucionario de tendencia radical
trotskista, en 1937 Falange Socialista Boliviana inspirada en el
fascismo y la falange española. En 1940 el Partido de Izquierda
Revolucionaria de inspiración marxista soviética y en 1941-42 el
Movimiento Nacionalista Revolucionario, nacionalista con alguna
influencia fascista, que se convertiría en el partido más importante del
siglo XX.
Peñaranda llegó al gobierno coincidiendo con la segunda guerra
mundial, su gobierno se alió rápidamente a Estados Unidos e indemnizó a
la nacionalizada Standard Oil. a título de contribución con los aliados,
Bolivia tuvo que aceptar precios ridículos por el estaño en un momento
en que era el único productor mundial importante de occidente, dado que
Malasia estaba bajo control de los japoneses. Se adoptó el plan de
desarrollo planteado por el norteamericano Marvin Bohan y se creó la
Corporación Boliviana de Fomento.
Dos episodios mancharon gravemente esta gestión, el putsch nazi, una
trama hecha por un agente inglés para descalificar al MNR acusando al
Myr. Elías Belmonte de conspirar junto a la embajada alemana contra el
gobierno. En 1942 una huelga en Catavi-Siglo XX, mina de Patiño, desató
una de las mayores masacres de la historia de la minería con
intervención del ejército. El saldo fue la muerte de por lo menos una
veintena de trabajadores y medio centenar de heridos. Nunca se
conocieron cifras oficiales. En diciembre de 1943, una alianza entre una
logia militar radical denominada Razón de Patria e integrada por
jóvenes oficiales y el MNR, derrocó a Peñaranda e impuso en la
presidencia al Myr. Gualberto Villarroel.
Villarroel retomó la línea de Toro y Busch y enfrentó muy
rápidamente la hostilidad de Estados Unidos que lo acusaba de simpatías
por el nazismo. Tras seis meses de ardua negociación, el reconocimiento
vino tras obligar a la salida de Montenegro y Céspedes del gabinete,
figuras prominentes del movimientismo en el gobierno. El ministro más
importante de ese partido fue Víctor Paz Estenssoro en Economía (el MNR
estuvo fuera del gobierno entre abril y diciembre del 44). En 1944 se
creó la Federación de Mineros, liderada por Juan Lechín y en 1945 el
gobierno organizó el primer congreso indigenal, en el que se abolió el
pongueaje (régimen de explotación de los campesinos que vivían en
haciendas y eran usados gratuitamente por los hacendados). Las tensiones
políticas condujeron a algunas acciones conspirativas que produjeron
una brutal reacción del gobierno, que en 1944 asesinó fríamente en el
camino a Yungas a cuatro prominentes figuras, Luis Calvo, Félix
Capriles, Rubén Terrazas y Carlos Salinas, lo que se sumó al
ajusticiamiento de 10 insurrectos en Oruro. Estos hechos terminaron por
debilitar y acorralar al gobierno. Las fuerzas de derecha en peculiar
alianza con el PIR, organizaron acciones permanentes de protesta, hasta
que el 21 de julio de 1946 una turba invadió palacio, asesinó al
Presidente y sus dos edecanes, lanzó el cadáver por un balcón a la plaza
y lo colgó de un poste de luz. Fue el episodio más terrible en la
historia de los presidentes de Bolivia.
El periodo 1946-1952 fue el último intento por el restablecimiento
del viejo orden, primero bajo una junta civil presidida por Néstor
Guillén y luego por Tomás Monje, ambos representantes de la Corte de
Justicia. La junta convocó a elecciones que ganó muy estrechamente
Enrique Hertzog sobre Luis Fernando Guachalla. Hertzog no pudo
conjuncionar la alianza conservadora, lo que provocó siete cambios de
gabinete en un periodo de algo más de dos años. El MNR estaba en plena
organización en sectores populares y en centros mineros. El gobierno
apenas pudo impulsar obras como la carretera Cochabamba-Santa Cruz.
Finalmente, presionado por las fuerzas políticas tuvo que renunciar al
cargo a favor de su vicepresidente Mamerto Urriolagoitia aduciendo
razones de salud.
Urriolagoitia actuó con dureza, congeló salarios y prohibió el
cierre de fábricas. En política internacional negoció sin éxito una
solución a la mediterraneidad que se quebró por el pedido de Chile de
usar aguas del Titicaca para riegos en su parte norte. Presidió el censo
de 1950 que arrojó un resultado de tres millones de habitantes,
predominio rural, alto grado de analfabetismo y una población aymara y
quechua superior al 65 %. Todavía el oriente no mostraba signos de
crecimiento significativo, La Paz tenía ya 320.000 habitantes.
En 1949 el MNR se sublevó en todo el país y llegó a organizar
gobierno en Santa Cruz. La llamada guerra civil demandó una acción
violenta del ejecutivo que llegó a bombardear por aire Santa Cruz y
Cochabamba. Casi veinte días tardó en restablecer el orden. La
convocatoria a elecciones en 1951 confrontó a las fuerzas tradicionales
con el MNR. La candidatura de Paz (que estaba exilado en la Argentina) y
Hernán Siles Zuazo como vicepresidente, obtuvo el triunfo por mayoría
relativa frente a Gabriel Gosalvez. Urriolagoitia se negó a aceptar
siquiera que el parlamento se reúna para elegir Presidente y dio un
autogolpe, entregando el mando a las Fuerzas Armadas que colocaron en la
presidencia al Gral. Hugo Ballivián. Fue el interregno final antes de
la Revolución.
Ballivián convocó a elecciones, pero estas nunca se realizaron. Una
conspiración entre el ministro de Gobierno Antonio Seleme y el MNR con
Siles a la cabeza, transformó un golpe de estado en una insurrección
popular. Entre el 9 y 11de abril de 1952 se combatió fieramente en las
calles de La Paz y Oruro. El pueblo, los mineros de Milluni y
carabineros de la policía sumados a la rebelión, lograron derrotar al
ejército en heroicas acciones callejeras. El saldo del enfrentamiento
fue 490 muertos y casi 1.000 heridos.
La Revolución Nacional
El nuevo gobierno revolucionario del MNR instaló en palacio a Paz y
Siles. Las ideas gestadas en los años treinta y cuarenta comenzaban a
hacerse realidad.
El primer paso fue el decreto del voto universal el 21 de julio de
1952, con esta medida se rompía la democracia excluyente y calificada
del pasado, otorgando el voto a la mujer, a los analfabetos y haciendo
elegible a cualquier ciudadano mayor de edad. De 130.000 electores en
1951 se pasó a 960.000 en 1956.
El otro objetivo clave era tomar el control total de la economía por
la vía de descabezar a los tres grandes mineros del estaño, se
consideraba que solo un estado fuerte, dueño de sus recursos naturales y
de sus empresas de producción, podría desarrollar el país. Por eso, el
31 de octubre de 1952 Paz firmó el decreto de nacionalización de las
minas, con lo que el 80 % de los ingresos de las exportaciones y los
recursos del subsuelo pasaron a poder del estado. Acto seguido se creó
Cuminol la empresa minera estatal, se estableció el control obrero con
derecho a veto, se despidió y recontrató a todos los trabajadores lo que
le demando una fuerte erogación al erario.
En Agosto de 1953 se tomó la medida más trascendental del gobierno
revolucionario, la reforma agraria que devolvió la tierra a los
campesinos, de ese modo se incorporó a casi 2.000.000 de bolivianos a la
economía, como el voto los había incorporado a la política. Fue un paso
de liberación de la mayoría de los bolivianos.
En 1955 se dictó un nuevo código de la educación. La educación
universal y obligatoria, la instalación de núcleos escolares rurales
para los campesinos, marcaron un giro fundamental que universalizó un
derecho esencial que había estado restringido y planteado
discriminatoriamente a partir de la idea de una educación especial para
los indígenas.
Otro de los objetivos básicos de la Revolución fue la
diversificación económica y la vertebración del país. La inauguración de
la carretera Cochabamba-Santa Cruz (la primera ruta asfaltada del
país), permitió un acceso al oriente que marcó el impulso de crecimiento
de Santa Cruz de la Sierra. Se construyó un ingenio azucarero, se
impulsó la producción de petróleo hasta lograr exportarlo con el
oleoducto a Arica. Se transfirieron fondos de Comibol para todo este
proceso que si bien ayudaron a esta tarea, descapitalizaron a la empresa
de la minería.
Junto a estas medidas se vivió el nacimiento de la Central Obrera
Boliviana (abril de 1952), la creación de milicias mineras y campesinas,
el cierre del colegio militar y la baja de más de 500 oficiales para
reorganizar el ejército. El colegio militar se reabrió en 1954.
El costo de la Revolución fue alto, un proceso hiperinflacionario
que llevó al boliviano a devaluarse en un 900 % en los cuatro años de
gobierno de Paz. Los intentos de conspiración de FSB y sectores dentro
del propio MNR, condujeron a la adopción de medidas represivas sin
precedentes al abrirse campos de concentración en las minas y el
altiplano, donde se vejó y torturó a centenares de presos.
En 1956 se realizaron las primeras elecciones con voto universal.
Siles Zuazo obtuvo una abrumadora mayoría (82 %) ante el impacto de las
medidas de cambio sobre todo a favor de los indígenas. Su tarea fue
dura, implantar un programa de estabilización monetaria que superase la
crisis económica. Esto lo enfrentó a la izquierda del MNR que se opuso
al plan diseñado por el asesor norteamericano Jackson Eder. El
Presidente tuvo que iniciar una huelga de hambre para lograr su objetivo
que provocó la renuncia de Ñuflo Chávez, su vicepresidente. El plan
tuvo éxito y la moneda se estabilizó, manteniendo el tipo de cambio de
12 pesos por dólar hasta 1972. En este periodo se aprobó un nuevo código
del petróleo muy liberal para la inversión externa, se aprobó el código
de seguridad social y una ley de cooperativas.
La extraña muerte del jefe de FSB Oscar Unzaga de la Vega, que se
dijo se había suicidado en una casa donde se hallaba oculto y los hechos
de sangre de cuartel Sucre en La Paz y Terebinto en Santa Cruz,
mancharon el gobierno del Presidente Siles. En esos días se produjo la
exitosa lucha de los cruceños por las regalías del petróleo.
En 1960 se convocó a elecciones, las tensiones internas del MNR
llevaron a Paz a volver a candidatear para resolver el conflicto entre
izquierda y derecha, postergando las aspiraciones de Wálter Guevara,
quien rompió con su partido y creó el Partido Revolucionario Auténtico,
presentándose a elecciones. Paz ganó cómodamente y ocupó por segunda vez
el cargo. Paz pensó que después de los grandes cambios era necesario
institucionalizar la Revolución (el modelo mexicano fue permanente como
ejemplo para los bolivianos). Su primera medida fue una nueva
Constitución (1961) que incluyó las minas nacionalizadas como patrimonio
del estado, reconoció el voto universal y las milicias populares y
estableció la reelección. La crisis de Comibol, sujeta a graves pérdidas
y altos costos de producción por una burocracia excesiva, baja de ley
de mineral y obsolescencia tecnológica, condujo al intento de
reestructuración a través del plan triangular con la participación del
BID y el gobierno alemán. En 1962 se hizo conocer el plan decenal, el
primer plan que planteaba en el largo plazo el desarrollo del país y
establecía la premisa de lucha contra la pobreza, en la lógica del
desarrollismo bajo planificación estatal. Ese mismo año un desvío
arbitrario de las aguas del río Lauca llevó a Bolivia a romper
relaciones con Chile.
La idea equivocada de que él era el único que podía conducir el plan
decenal, llevó a Paz a ir a la reelección en 1964, lo que dividió
radicalmente a su partido y lo enfrentó con Siles, Guevara y Lechín.
Ganó la elección como candidato único con el Gral. René Barrientos como
vicepresidente, pero apenas tres meses después, en noviembre fue
derrocado por Barrientos y el Gral. Alfredo Ovando, apoyados por las
FF.AA., la oposición interna del MNR y varios sectores de la clase
media. Demasiados años de gobierno, altos niveles de corrupción y un
cierto distanciamiento con obreros y mineros, terminaron con su
gobierno.
En esos doce años la ayuda económica de los Estados Unidos fue
decisiva. Desde que en 1953 comenzó como donaciones, hasta los créditos
de los sesenta, la ayuda convirtió a Bolivia en altamente dependiente,
al punto que el tesoro vivía de esos créditos incluso para poder pagar
salarios de la administración pública.
Bajo el signo de las Fuerzas Armadas
La revolución cubana (1959) había cambiado el equilibrio de poder en
América Latina y abrió espacios para movimientos marxistas que
intentaron la toma del poder. La respuesta de Estados Unidos con Kennedy
fue la Alianza para el Progreso, pero tras su muerte fue la doctrina de
seguridad nacional, que implicó gran respaldo a los ejércitos
latinoamericanos, preparación antiguerrillera y finalmente apoyo para la
toma del poder por parte de los militares como parte de una política
anticomunista.
El gobierno de René Barrientos nació en esa lógica y en la del
desarrollismo que ya había inspirado al MNR además de la doctrina de la
CEPAL de proteccionismo y sustitución de importaciones. El gobierno de
Barrientos tuvo cuatro etapas. Noviembre 1964-mayo 1965 con una junta
que él presidió, mayo-diciembre de 1965 con la extraña figura de la
co-presidencia que compartió con el Gral. Alfredo Ovando, enero-agosto
de 1966 con el interinato de Ovando y 1966-1969 gobierno constitucional
tras su triunfo electoral.
Barrientos jugó a dos puntas, enfrentamiento implacable con obreros y
mineros que pasó por la rebaja y congelación salarial de 1965 y
creación del llamado pacto militar-campesino heredando el fuerte arraigo
del MNR en el campo. Su perfecto dominio del quechua lo ayudó en esa
tarea. Los campesinos fueron la base de su respaldo popular. El
interinato de Ovando demostró que éste era más proclive al concepto del
nacionalismo revolucionario al firmar un contrato para la instalación de
la primera fundición de estaño en el país. Barrientos organizó un
partido propio que tuvo la efímera vida de su caudillo, se alió con
viejos sectores desplazados por la Revolución y pequeños partidos de
escasa significación. En la lógica del desarrollo impulsó proyectos como
la presa hidroeléctrica de Corani, los caminos 1 y 4 de Cochabamba al
Chapare que serían la base para la ruta nueva a Santa Cruz y el contrato
de explotación de mina Matilde por una empresa norteamericana, además
de la renovación del contrato con la Gulf que había llegado a Bolivia en
los años cincuenta. En febrero de 1967 se aprobó una nueva Constitución
que ratificó las incorporaciones de 1961, pero eliminó las milicias
populares y la reelección.
El aparato represivo se oficializó con la ley de seguridad del
estado y la creación de una unidad “especializada”, el Furmod. El
episodio más trágico de esos años fue la masacre de San Juan, cuando
unidades del ejército entraron a Siglo XX la noche de San Juan de 1967 y
dispararon contra los mineros, causando la muerte de 27 trabajadores.
El argumento fue que los mineros se organizaban para apoyar a la
guerrilla del Che.
La guerrilla de Ernesto Che Guevara
En 1966 llegó a Bolivia el guerrillero argentino-cubano Ernesto Che
Guevara para organizar un foco guerrillero que se expandiera en todo el
surcontinente. Se estableció en Santa Cruz en la provincia Cordillera en
las proximidades del río Grande. El contingente de la guerrilla era de
52 efectivos, la mayoría cubanos. Entre marzo y julio de 1967 los
guerrilleros inflingieron fuertes bajas al ejército, que ante la
contingencia fue entrenado por oficiales de los boinas verdes de los
Estados Unidos y creó la unidad especializada de los Rangers. En julio
una emboscada militar aniquiló una de las dos columnas guerrilleras y en
septiembre el cerco aisló al Che. El 8 de octubre el Che fue capturado y
el 9 fue muerto por un oscuro suboficial por orden del Presidente
Barrientos y los comandantes Ovando y Juan José Torres. La victoria del
ejército fue total y la guerrilla fue destruida.
Militares entre la derecha y la izquierda
El 27 de abril de 1969 el Presidente murió al chocar su helicóptero
contra cables de alta tensión en Arque (Cochabamba). Lo sucedió su
vicepresidente Luis Adolfo Siles Salinas. Siles llegó al mando sin poder
real y bajo la presión militar jefaturizada por Ovando. Disolvió el
Furmod y respetó escrupulosamente la Constitución, integró a Bolivia al
Pacto Andino al firmar el Acuerdo de Cartagena rumbo a una integración
económica indispensable para el desarrollo de la región. En agosto de
1969 se inauguró el canal estatal de televisión que había sido
planificado en el gobierno de Barrientos.
La caída de Siles, fácilmente predecible, se produjo en septiembre
de 1969. En incruento golpe Ovando tomó el poder y organizó un gabinete
mixto entre jóvenes intelectuales de izquierda -entre los que se
destacaba Marcelo Quiroga Santa Cruz- y militares. La medida
trascendental de Ovando fue la nacionalización de la Gulf que revirtió
al estado los importantes campos gasíferos que permitieron en 1972 el
contrato de venta de gas a la Argentina. El gobierno abrió relaciones
con los países socialistas comenzando por la Unión Soviética. El
ministro José Ortiz Mercado presentó un proyecto de ley de bases del
poder ejecutivo y un plan de desarrollo que retomaba las líneas del plan
decenal.
La gestión de Ovando se vio sacudida por la guerrilla de Teoponte,
un grupo de jóvenes cristianos y marxistas que se internaron en la selva
al norte de La Paz y fueron cazados como moscas por el ejército hasta
su aniquilación total. Las muertes de los esposos Alexander, Jaime Otero
y Jorge Soliz, que se le achacaron al gobierno, debilitaron su sustento
hasta que en octubre de 1970 se produjo la crisis. Un grupo de
militares de derecha bajo el liderazgo del Gral. Rogelio Miranda pidió
la salida de Ovando, quien renunció, pero un golpe de mano del Gral.
Juan José Torres que tomó la base aérea de El Alto cambio las cosas, los
obreros con una huelga apoyaron a Torres que tomó el poder después de
un fugaz triunvirato militar instalado por Miranda.
Torres mantuvo la línea nacional-revolucionaria de Ovando en medio
de una creciente polarización del país y la acción descontrolada de los
sectores de la izquierda radical. La inauguración de la fundición de
estaño de Vinto, la reversión del contrato de mina Matilde y la creación
de las corporaciones de desarrollo, fueron las escasas acciones
administrativas de un régimen cercado por las posiciones extremas. El
cuarto congreso de la COB (mayo de 1970) propuso el camino al socialismo
y a los trabajadores como vanguardia de ese proceso. En junio de 1971
esas ideas se llevaron a la práctica con la creación de la Asamblea
Popular que pretendía sustituir al parlamento (cerrado desde 1969), con
la participación de mineros, fabriles, campesinos, intelectuales y
universitarios. La Asamblea presidida por Lechín inauguró sesiones pero
nunca pudo deliberar realmente.
Precisamente en 1971 se creó el Partido Socialista bajo la
conducción de Marcelo Quiroga Santa Cruz y el Movimiento de la Izquierda
Revolucionaria que jugaría un importante papel contra la dictadura de
Banzer y en la construcción democrática posterior.
A estas alturas las posiciones ideológicas eran irreversibles, por
un lado la izquierda cada vez más radicalizada, por la otra la derecha
respaldada por el sector más fuerte de las FF.AA., los empresarios, la
creciente clase media urbana que temía una ruta irreversible al
comunismo, las dictaduras de Argentina y Brasil y por supuesto los
Estados Unidos. La toma de el periódico El Diario, las tomas de
haciendas en Santa Cruz a manos de Oscar Zamora Medinacelli de filiación
maoista (fue candidato vicepresidencial del Gral. Hugo Banzer en 1993),
la expulsión del Cuerpo de Paz y la liberación de Regis Debray
(condenado a 30 años de cárcel por su participación en la guerrilla del
Che), terminaron por hacer estallar la rebelión. El Cnl. Banzer logró
aglutinar en torno suyo a los dos partidos más importantes de entonces,
el MNR de Paz Estenssoro (del que se había dividido el MNRI de Siles
Zuazo) y FSB.
El 19 de agosto de 1971 se produjo el golpe que terminó el 21 de ese
mes con el triunfo de los insurrectos, el saldo sangriento tras los
enfrentamientos en La Paz y Santa Cruz fue de casi 100 muertos y medio
millar de heridos. El nuevo gobierno declaró ilegales a los partidos de
izquierda, canceló el funcionamiento de la COB y toda organización
sindical, clausuró las universidades y envió al exilio a centenares de
bolivianos. En sus primeros años de gestión fue implacable y férreo en
su acción contra los opositores.
Banzer se inscribió en la cara militar del nacionalismo, con el
ingrediente fuertemente anticomunista de la época. Estatista y
desarrollista en economía, se vio beneficiado por el extraordinario
nivel de precios de las materias primas (el estaño llegó a cotizarse en
ocho dólares la libra fina) y una gran apertura de créditos
internacionales. Sobre esta realidad pudo mantener un nivel de
crecimiento económico muy alto que se reflejó en un promedio de 5.8 % de
crecimiento del PIB de manera sostenida entre 1971 y 1976 en que la
economía comenzó a declinar de manera preocupante. Previamente tuvo que
devaluar la moneda, lo que modificó el cambio después de 16 años y
produjo una convulsión social importante. El gobierno creó
simultáneamente nuevas empresas productivas estatales, (hilandería,
aceites, automotriz, etc.) y una legislación de apertura a la inversión
externa como la ley de inversiones y la de hidrocarburos. Con una
proyección equivocada de crecimiento de la producción petrolera, se
lanzó a un proyecto de ampliación de exportaciones que tuvo que
suspenderse ante la demanda de consumo interno. En cambio, las
exploraciones demostraron que Bolivia es un país básicamente gasifero.
La venta de gas a la Argentina en 1972 representó un importante ingreso
para el erario nacional. Se produjo un boom de la construcción en
propiedad horizontal, particularmente en La Paz. Santa Cruz inició un
despegue económico sin precedentes, aunque con algunos proyectos
fallidos como el del algodón. Se llevaron adelante obras públicas de
magnitud como la autopista La Paz-El Alto, la refinería de Palmasola,
varios edificios públicos de gran envergadura en la sede de gobierno, se
instalaron nuevos sistemas de telecomunicaciones y se compraron varios
aviones nuevos para el Lloyd Aéreo Boliviano. La inversión pública fue
intensa, pero el endeudamiento externo fue el más alto del siglo, al
multiplicar la deuda en casi seis veces. Se redactaron nuevos códigos
que sustituyeron al paquete de códigos dictado por Andrés de Santa Cruz,
en materia civil, penal y de familia.
Se organizó el censo de 1976 que estableció una población de 4,6
millones de habitantes, una población urbana que se equilibraba
progresivamente con la rural que aún era mayoría con el 58 %, un notable
crecimiento de la ciudad de Santa Cruz (290.000 habitantes) y un
proceso importante de migración de los Andes al oriente.
En noviembre de 1974 Banzer rompió con los partidos que lo apoyaban,
los excluyó del gobierno y se apoyó exclusivamente en el respaldo de
las FF.AA. La violencia desde el estado se tradujo en la masacre de
Tolata en 1974, con un saldo de varios muertos ante las protestas por
las medidas económicas del gobierno, el asesinato del Cnl. Andrés
Selich, ex ministro del Interior de ese mismo gobierno y la
participación de Bolivia en la llamada Operación Cóndor con las
dictaduras de Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay, que generó una
acción represiva común con muertes y desapariciones. En 1976 fue
asesinado en Buenos Aires el expresidente Torres, la oposición acusó al
gobierno de ser el autor intelectual de ese crimen.
En 1975 el gobierno hizo la propuesta más seria de solución al
problema marítimo con Chile. Tras el abrazo con Augusto Pinochet en
Charaña, se reanudaron relaciones con ese país, la propuesta de un
puerto al norte de Arica con un corredor soberano para Bolivia fue
rechazada por Chile y las relaciones volvieron a suspenderse. En 1977,
ante la presión interna y externa, Banzer convocó a elecciones que ganó
como producto de un fraude monumental su delfín el Gral. Juan Pereda,
frente a la pujante Unidad Democrática y Popular, una coalición de
izquierda liderada por Siles Zuazo. Las elecciones fueron anuladas,
Pereda respondió derrocando a Banzer en julio de 1978. ).
Democracia y estado liberal
El gobierno de la UDP tuvo dos caras, estuvo signado por la
incapacidad de administrar la grave crisis económica que los militares
dejaron como herencia y por una vocación democrática que salvó el
difícil proceso que se iniciaba. Con minoría en el congreso, una dura
oposición de MNR y ADN y una presión insoportable de la COB y los
trabajadores al mando de Lechín, el ejecutivo se encontró huérfano,
adicionalmente el MIR en una muestra de inmadurez política abandonó el
gobierno a los pocos meses de haber impuesto a través de su ministro
Ernesto Aranibar la desdolarización que llevó al desastre a miles de
pequeños ahorristas.
En menos de dos años la situación económica tocó fondo. La
producción cayó en un 40 %, las exportaciones descendieron de 1.030 a
670 millones de dólares, el pib decreció hasta el límite de - 4,5 % en
1983, la inflación pasó de 123 % en 1982 a 8.767 % en 1985. Las reservas
monetarias llegaron a cero. Las huelgas, bloqueos y marchas llegaron al
paroxismo, el Banco Central paró 51 días, le cortaron el agua y la luz
al palacio de gobierno y la casa presidencial. En marzo de 1984, 12.000
mineros tomaron y paralizaron la ciudad de La Paz. En junio el
Presidente fue secuestrado por diez horas en un intento frustrado de
golpe. La situación se hizo insostenible, el Presidente Siles hizo una
nueva huelga de hambre sin éxito, la iglesia le pidió una actitud de
desprendimiento que se tradujo en la renuncia a un año de su mandato y
la convocatoria a elecciones.
En 1985 Hugo Banzer ganó la elección por mayoría relativa frente a
Paz Estenssoro que obtuvo el segundo lugar. El caos económico provocó un
retorno del votante de la izquierda al centro y a la derecha. Pero el
congreso no ratificó a Banzer, eligió a Paz, por primera vez el segundo
en el voto era ungido Presidente.
Paz comenzó su gobierno con una frase dramática pero real “Bolivia
se nos muere”. Un equipo económico al mando por Gonzalo Sánchez de
Lozada (presidente del senado, luego ministro de Planeamiento) diseñó un
decreto con medidas económicas que se conoció para la historia por su
número, el 21060. Era el comienzo de una nueva política económica en el
país. El decreto planteaba una reducción del déficit fiscal mediante el
congelamiento salarial y un aumento radical del precio de la gasolina
(que cubrió en casi un 50 % los ingresos del tesoro por varios años), el
cambio real y flexible del dólar a partir del mecanismo del bolsín, una
subasta diaria de dólares en función de oferta y demanda, libre
contratación, reducción de personal del estado, liberalización total del
mercado y reforma tributaria. La medida fue rechazada por la COB que
fue a la huelga, el gobierno respondió con el estado de sitio y
confinamiento de dirigentes (Lechín terminó su carrera sindical
renunciando en 1987 a la secretaría ejecutiva de la COB). El peso que
había llegado a cotizarse en 1.800.000 por dólar fue sustituido por el
boliviano, con seis ceros menos. Las medidas tuvieron éxito gracias a
una alianza entre Paz y Banzer (octubre de 1985) en el llamado Pacto por
la Democracia que le dio al gobierno mayoría en el parlamento y le
permitió aprobar las leyes que requería.
En 1986 la brutal caída de los precios del estaño forzó al gobierno
al despido masivo de los mineros de Comibol (casi 23.000), lo que
provocó una marcha desde Oruro a La Paz de más de 10.000 trabajadores
que mediante el estado de sitio fueron detenidos por el ejército a medio
camino. Fue el ultimo intento por salvar la minería nacionalizada. La
explosión de la actividad del narcotráfico y la plantación de coca
excedentaria que se había iniciado en la última etapa del gobierno de
Banzer, llegó a niveles muy graves en los gobiernos militares de
principios de los ochenta. La exportación de droga hacia los Estados
Unidos y Europa llevó las relaciones de Bolivia con Estados Unidos a un
grado de extrema dependencia y de condicionamiento por el tema
coca-cocaína. Esto impulso al gobierno a dictar la ley 1008, instrumento
implacable contra el tráfico de cocaína y producción ilegal de coca,
así como la intervención de militares de EE.UU. en acciones
absolutamente ineficaces contra el narcotráfico.
En 1987 se realizaron elecciones municipales, recuperando una
tradición rota por la Revolución de 1952. El fortalecimiento de la
democracia municipal fue clave para darle mayor poder directo al
ciudadano. Desde entonces los procesos electorales municipales se
realizaron regularmente.
En 1988 nacieron dos partidos populistas, Conciencia de Patria de
Carlos Palenque un exfolklorista y notable comunicador que logró
aglutinar a su alrededor a los sectores más desposeídos del occidente de
Bolivia y Unidad Cívica Solidaridad de Max Fernández, empresario
cervecero que sobre la base del poder de la CBN logró un respaldo de
voto importante en sectores populares del valle y los llanos del país.
Paz Estenssoro terminó su gobierno habiendo logrado derrotar la
hiperinflación y estabilizar la economía, una tarea que parecía
imposible al iniciar su gestión, aunque el costo social traducido en un
alto desempleo y un bajo nivel adquisitivo de los salarios fue muy alto.
Las elecciones de 1989 contaron con un inesperado candidato, Gonzalo
Sánchez de Lozada del MNR que ganó las elecciones por corto margen a
Hugo Banzer. La ulterior elección en el congreso dio lugar a una
sorprendente alianza entre Banzer y Jaime Paz Zamora, jefe del MIR,
antiguos enemigos ideológicos aparentemente irreconciliables. Esa
alianza le dio la presidencia a Jaime Paz que llegó al mando de la
nación a pesar de haber sido tercero con apenas el 19 % de los votos
populares.
El gobierno de Paz Zamora fue de sostenimiento, mantuvo la
estabilidad económica y logró un crecimiento promedio del 3.4 % del pib,
el más alto en los últimos quince años. La estructura de las
exportaciones cambió, pasó de la casi exclusividad de minerales (estaño,
zinc, tungsteno, plomo y plata) al gas en los años ochenta y a los
llamados no tradicionales en los noventa, fundamentalmente soya y en
menor medida madera. El gobierno no se atrevió a encarar su mayor
desafío, un proceso de privatización que anunció y no realizó. El
tropiezo mayor fue la concesión del litio en el salar de Uyuni que no se
hizo ante presión de sectores radicales de los comités cívicos.
En 1992 se realizó el censo de población y vivienda, arrojando un
total de 6.4 millones de habitantes, una mayor población urbana que
rural (57-43 %) y un crecimiento espectacular de Santa Cruz, consolidada
como segunda ciudad del país y primera economía de la nación. El
analfabetismo que en 1950 era superior al 70 % había caído al 20 %.
Comenzó a ser importante el tema de la defensa de la ecología que
requirió de una nueva legislación en este ámbito, como la ley de medio
ambiente de 1992 y el reconocimiento de los derechos de los indígenas
del oriente tras las marcha por el territorio y dignidad (1990), que
estableció el concepto de territorios indígenas en esa región del país.
Los acuerdos políticos de 1992 permitieron la sustitución de una
Corte Electoral seriamente cuestionada y el nombramiento de una nueva,
que garantizó desde entonces elecciones limpias y libres de toda
sospecha. Se comprometió también la aprobación de modificaciones a la
Constitución política y se establecieron las bases de una reforma
educativa. En el ámbito de la lucha contra las drogas, Paz Zamora
planteó la idea de que coca no es cocaína, lo que lo enfrentó a Estados
Unidos. Un nombramiento equivocado del jefe de la fuerza contra las
drogas (FELCN), determinó la intervención abierta del embajador de
Estados Unidos que obligó al Presidente a destituir a ese funcionario,
al ministro del Interior y al comandante de la policía. Años después
EE.UU. le quitó su visa de ingreso por supuestas vinculaciones con el
narcotráfico. A fines de 1990 en un operativo para rescatar al
empresario secuestrado Jorge Lonsdale, la policía mató a sangre fría a
tres terroristas del grupo Néstor Paz Zamora que hicieron el secuestro,
además de torturar y matar a otro terrorista en prisión.
En las elecciones de 1993 triunfó por segunda vez, pero en esta
ocasión con holgura Gonzalo Sánchez de Lozada, frente a Hugo Banzer. El
gobierno de Jaime Paz, aliado con ADN, estaba muy desgastado y acusado
de creciente corrupción. Sánchez de Lozada y el MNR, presentaron un
ambicioso programa de cambios estructurales que buscaban consolidar el
giro de Bolivia a la economía de mercado. Para ello se alió con UCS y
con el MBL de Antonio Araníbar y Miguel Urioste. Los tres pilares
fundamentales del programa eran la capitalización, la participación
popular y la reforma educativa.
La capitalización implicó la venta del 50 % de las acciones de las
seis principales empresas del estado, YPFB, ENFE (ferrocarriles), ENDE
(electricidad), ENAF (fundiciones), ENTEL (telecomunicaciones) y LAB
(línea aérea). Este proceso representó un ingreso de 1.671 millones de
dólares por el 50 % de esas empresas, el otro 50 % se destinó a
inversión social directa traducida en acciones para todos los bolivianos
mayores de 21 años en 1995 y en el pago a todos los mayores de 65 años
de un bono anual individual denominado bonosol, el primero y único se
pagó en 1997 por una valor de 248 dólares. Acusado de ser una medida
electoral, el bono fue suspendido en el gobierno del Presidente Banzer.
La participación popular se transformó en una ley que implicaba la
territorialización de los municipios (se establecieron 311 en el país),
se repartieron fondos de la participación que salían de un 20 % de los
ingresos nacionales y del 100 % de los ingresos municipales, los fondos
del estado central se repartían en función de la población de cada
municipio. Esto representó la posibilidad del ciudadano de administrar
los fondos de su municipio y decidir sobre ellos. Municipios que antes
recibían unos pocos miles de bolivianos pasaron a recibir millones
(Villa Tuna
plo, que en 1993 no recibía ni un peso del erario
nacional, en 1994 recibió 1.2 millones de bolivianos)
No hay comentarios:
Publicar un comentario